Quico saca el látigo

Esta tarde se ha subido al autocar con el equipo para poner orden

Rafa Carretero | 24 FEB. 2012 | 17:43

La visita ayer de Quico Catalán al vestuario fue la demostración de que hay cosas en el Levante que están enturbiándose peligrosamente y que han exigido del presidente no mirar para otro lado sino coger el toro por los cuernos. Preocupado por los resultados, Quico habló cara a cara con los futbolistas para decirles que cuentan con todo su apoyo y confianza, pero también para estirarles de las orejas y darles un contundente toque de atención por los acontecimientos extradeportivos que han trascendido. Fue, en toda regla, una visita para poner orden que hoy ha tenido su continuación con una anécdota que no es nada baladí: el presidente viaja a Barcelona con la expedición en el autobús para hacer un viaje que para más inri los futbolistas inicialmente querían que fuese en tren.

La realidad es que en Orriols llevan unas semanas en las que no ganan para sustos. La indisciplina de Botelho no hizo ni pizca de gracia, como tampoco las insinuaciones sin confirmar respecto a que no solo él abandonó el hotel —pese a que fue el único que no regresó—. Capítulos y rumores que pese a molestar mucho a los jugadores han llevado al máximo mandatario granota a dialogar tanto con el director deportivo como con el entrenador para analizar la situación como incluso a citar individualmente a varios jugadores presuntamente implicados con el objetivo de contrastar lo ocurrido. Tan movidos han sido los últimos tiempos que hasta hubo un sobresalto con Ghezzal, quien tras una cena de equipo sufrió un accidente de tráfico saldado afortunadamente sin consecuencias.

Hablando claro, Quico combinó la mano izquierda con la derecha en su discurso. Se mostró comprensivo con la juventud de los jugadores —él tiene 36 años— y no hizo una lectura tremendista sobre sus ratos de ocio, aunque con la recomendación de que tuvieran conocimiento les confirmó que será inflexible con los actos de indisciplina. También les alertó de que en los malos momentos trascienden cosas que no suelen hacerlo en los buenos.

En el rato que el presidente estuvo en el camerino, lo cierto es que hubo tiempo para hablar de todo. No le tembló la voz para censurar a los jugadores que, en su opinión, utilizan a la prensa para mandar mensajes. Quico les recordó que la puerta de su despacho está abierta para quien quiera o, en su defecto, también la de Manolo Salvador o la de un Juan Ignacio al que ya había transmitido su intención de poner un pie en la caseta. Entre líneas, estaba refiriéndose a las quejas de Rubén Suárez por no haber recibido una oferta de renovación y a la manera en la que Rafa Jordà se ha despedido del Levante criticando a Juan Ignacio.