El entorno del Valencia
Lo de los últimos días es una prueba de que las cosas están de un modo que hace imposible mirar al futuro con optimismo

Lo vivido estos días pasados en el entorno del Valencia da para un libro. Para otro libro más, porque ya son muchos, ya son demasiados. A cuenta del ciudadano valenciano retenido en su hotel de Singapur, y de su mujer, que no ha estado nunca retenida, lo que se llegó a leer y escuchar traspasa todos los límites de lo imaginable.
El hecho objetivo es que una persona se salta las leyes de un país (que todos sabemos que es una especie de dictadura, no es nada nuevo), lo hace público en redes, se da un tour por algunos medios alardeando de haber transgredido esas mismas leyes, y todo ello sin haber salido del país.
Que lo que hace es una bobada que no va a ninguna parte es así, pero en España, no en Singapur. Se monta un follón de padre y muy señor mío, con la embajada española allí, la alcaldesa, todo el mundo metiendo el remo a ver si puede sacar partido de la situación, señalando a los que no se solidarizan, a los que se alegran, llevando todo el asunto al extremo cuando no estaban en ningún momento detenidos…
Pero más allá de los hechos, lo que me deja muy preocupado es el entorno, porque ha sido algo para lo que no tengo palabras, y si las tuviera, no creo que ninguna de ellas fuera buena, de verdad. Se llegó a acosar a gente por decir lo que pensaba de forma libre, y también sensata, por el simple hecho de que no seguía determinada corriente.
Y como con eso, con todo. Tenemos un entorno tóxico, podrido, y creo que todos, y lo digo como lo pienso, vivimos mucho más cómodos con Peter Lim, porque ese paraguas aguanta muchas burradas de mucha gente.