Hablemos, otra vez, de Fran Pérez

Fran Pérez tendrá una historia de amor y odio eternos como jugador del Valencia. Lo dije la semana pasada después del partido contra el Cádiz, y lo esta, tras el encuentro en Bilbao contra el Athletic. De lunes a domingo ha pasad del infierno al cielo, y en él no ha cambiado absolutamente nada. Frente a los andaluces no le salió nada bien, aunque lo intentó todo, y en San Mamés estuvo en casi todas las buenas, marcando un gol y dando otro.

Aunque pudieron ser más si los remates de los delanteros hubieran sido acertados. Conforme iba viendo el partido del Athletic, más me iba ratificando en lo que pienso sobre esa relación que Fran va a tener con la grada. Su juego se basa en la inspiración, porque es un regateador, un encarador, un desahogado que ve siempre un hueco entre defensas, aunque unas veces logra pasar, y otras no. Lo que al menos quedó claro frente a los leones, que también era evidente frente al Cádiz aunque se destacara menos, es que este chico tiene una personalidad enorme, que no se arruga, que no se hace pequeño, y que las adversidades no le afectan.

Lo sigue intentando, sigue encarando, y eso es lo que le ha llevado al fútbol profesional. No hay ninguna garantía que el día del Granada esté como el domingo o como el lunes, porque repito, la fantasía tiene estas cosas, pero lo que sí podemos tener claro es que no dejará de jugar como él sabe. Y por cierto, dejemos de compararlo con su padre, porque son dos futbolistas que no tienen nada que ver salvo en el apellido, y no le hacemos ningún favor a nadie.