¿Cuál debe ser la capacidad del Nuevo Mestalla?

La capacidad del Nuevo Mestalla debe ser de ¿cuántos espectadores? Este debate empieza a ser un poco cargante, y si alguien se enfada, pues perfecto, dos faenas tiene. Podemos darle mil vueltas a esta situación, pero lo conveniente, como siempre para poner las cosas en contexto, es hablar de los datos de los últimos años. Hablemos desde 2001, que un punto de inicio lo suficientemente grande como para que nos sirva de vara de medir. Esa temporada, en la que volvimos a ganar la Liga después de 31 años, la media de espectadores por partido fue de 45.884, con 3 llenos. Desde entonces, esa cifra jamás se ha superado, y en el año del Doblete nos quedamos en 45.653, sólo con un lleno.

Los números son siempre frío, y muy perros, pero jamás mienten, que es donde está la parte dolorosa de todo esto. Desde 2001 y hasta 2019 (las siguientes temporadas las dejamos al margen por todos los trastornos que ha ocasionado la pandemia), en 8 hemos estado por debajo de 40.000 espectadores por encuentro. “Eso sólo ha sido cuando Lim ha hecho equipo de mierda”. En la campaña 17/18, 38.502, y en la 18/19, 39.480. Repito, las cifras son tozudas, pero es que no tienen padre ni madre, ni perro que le ladre, y eso siempre nos debe servir como punto de referencia. Durante todo el fin de semana se mantuvo una polémica a tenor de un vídeo publicado de un Valencia 3-0 Real Madrid, de la temporada 2008/2009.

Hicimos un partidazo, aunque ellos venían de paseo, y además, nos quedamos sextos, fuera de la Champions League con una plantilla de escándalo. “Ese equipo hubiera llenado un Mestalla para 70.000 personas”. La media de asistencia fue la segunda más baja en 21 años, 34.789 aficionados por encuentro. “Es que los precios ahora son muy caros”. En aquellos años tenían el mismo precio, incluso en algunos casos, un poco más. Creo que todos deberíamos hacer un análisis muy profundo de muchas cosas, y que no vale sólo con que Meriton sea un desastre. Mirarnos al espejo y ser consecuentes con nosotros mismos, sin hacernos de menos (nuestro otro gran pecado de siempre), sería un ejercicio muy sano… que tengo claro que no vamos a hacer, por desgracia.