En el Valencia no puede haber bandos, no cometamos errores del pasado
Están siendo días en los que se percibe una fractua que no tiene sentido, y debe ser el club quien la cierre de una vez por todas

Las guerras intestinas en el Valencia son como el pan nuestro de cada día, han existido casi el mismo tiempo que tiene el club, y eso ha sido uno de los lastres históricos que ha tenido la entidad para no ser mucho más grande de lo que ya es. Y no vale decir que eso pasa en todas partes, porque lo que ocurra en otros sitios aquí nos tiene que dar a todos muy igual. Unir a todas las facciones del club es casi imposible, primero porque además de los grandes grupos, que siguen existiendo, de forma más o menos latente, dentro de cada uno nosotros vive una manera diferente de hacer club, de entenderlo, de llevarlo a cabo. Y la habilidad de enfadar a todos por igual, o de contentar (vamos a ver la botella medio llena), ha sido siempre la clave para tener un entorno favorable, lo que siempre genera buenos resultados deportivos.
De un tiempo a esta parte parecía que se vivía un tanto en paz, después de un par de años terribles, con imágenes y momentos que mejor no recordar. Se había vuelto a la senda del sentido común, a hacer las cosas de forma natural y de cara, con Mateo Alemany ejerciendo de perfecto maestro de ceremonias además de gran gestor. Y justo en el año del Centenario, con la ilusión recuperada por parte de todos, se generan fracturas porque no se quiere escuchar a todos los que quieren ayudar al club. La primera tarea de la entidad es atender a su gente, y eso no se le puede olvidar a nadie. Y si se ofrecen a ayudar, se les escucha. Y no se divide, que eso es de ser muy estúpido, muy ignorante, o las dos cosas al mismo tiempo.