El levantinismo celebra a lo grande la victoria ante el Valencia CF

La afición granota lo dio todo durante la segunda parte tras el gol de Ángel, que encendió la mecha de un Ciutat con ganas de fiesta

Redactor Jefe | 11 MAY. 2014 | 13:00

Quizás Ángel se convierta en uno de los paradigmas del espíritu que caracteriza al Levante. Su nombre no ha trascendido en exceso en el desarrollo de la temporada que se difumina, pero ha resultado fundamental en los postreros encuentros de la Liga BBVA. El hecho acentúa el trabajo silencioso de los jugadores y el poder de un plantel en el sentido estricto del término; un aspecto determinante y tan fundamental como la rentabilidad que puedan extraer aquellos futbolistas que se sienten ungidos por la titularidad en cada partido. La competición es profunda y hay que repartir esfuerzos.

Ángel mantuvo el tipo y la mente libre de impurezas cuando estaba cercado por el ostracismo y ha sabido alzarse y aprovechar sus oportunidades cuando han aparecido. El gol en Elche conjuga con la diana alcanzada ante el Valencia. En el interior del vestuario granota nadie se viene abajo. Simplemente está prohibido. El tierras ilicitanas su tanto acercó al Levante al umbral de la permanencia matemática y esta noche emergió desde el vestuario para inaugurar el camino de un triunfo sumamente hermoso y dotado de un simbolismo inequívoco para los estamentos que conforman el levantinismo.

Por el barrio de Orriols la victoria ante el Valencia no resulta nada anecdótica. Acostumbrado a las penurias, el triunfo sitúa al grupo azulgrana dos puntos por encima de su adversario cuando resta un partido para el cierra de la Liga. Se trata de una circunstancia histórica con desenlace la próxima semana en Málaga. Quizás fue un final de fiesta perfecto. “Valencia es granota” resonaba en la grada cuando el duelo ya había finalizado y los jugadores celebraban con la afición la despedida de un curso que propicia una nueva e inmediata aventura en el marco de la Primera División.

La quinta temporada en la máxima categoría es una realidad tangible. Todo comenzó en junio de 2010 y sigue en plena vigencia. Se trata de un quinquenio mágico. El derbi parecía nacer con un punto descafeinado. Sobre el verde del coliseo levantinista surgía la silueta de dos equipos con los desafíos ligueros cumplidos, si bien sus estados anímicos son antagónicos. No obstante, un derbi contiene entre sus enseres unos caracteres especiales y el partido lo demostró. El duelo no caerá en el olvido. Hubo emoción, exaltación y desasosiego. Turbación y agitación.

El corazón de los seguidores granotas se aceleró en el instante en el que le cayó el balón a los pies de Ángel. El atacante acababa de ingresar en el verde y se citó ante Alves. El punta le clavó el cuero por debajo de las piernas. El gol quedó en suspenso durante unos segundos que se hicieron interminables, pero la acción era legal. No existía fuera de juego en la cabalgada de Ángel. Ricardo Costa tocó de cabeza hacia atrás y habilitó al ariete que no erró. Caparrós cambió el sentido del encuentro con las permutas establecidas en la fase final del choque. Después de partir con un perfil muy similar al exhibido ante el Atlético, con una medular integrada por Diop, Sissoko y Simao, fue quitando músculo en la línea de medios para buscar mayor poder por las orillas.

El Levante achuchó en el primer acto mientras el Valencia sobrevivía a partir de las apariciones de Feghouli. Ángel no falló en su primer encuentro con la meta contraria e Ivanschitz cerró una triangulación por las inmediaciones del área de Alves. Fue una acción coral que rubricó un triunfo muy sentido en el barrio de Orriols.