Arouna Koné jugó ayer con una rotura fibrilar de tres centímetros en el adductor de su muslo derecho. El futbolista del Levante, que marcó su noveno gol en lo que va de temporada, tenía buenas sensaciones y había encadenado dos entrenamientos consecutivos con normalidad, por lo que dio la luz verde pese a los riesgos que conllevaba una recaída. No en vano, Juan Ignacio cruzó los dedos hasta última hora, hizo una convocatoria con un hombre más por si las moscas y lo retiró a falta de 20 minutos cuando el partido ya estaba decidido.