La euforia y el Valencia de Corberán
Hay cosas que no se deben parar, aunque todos tengamos claro dónde estamos, de dónde venimos, y ahora mismo, dónde vamos

"Si el Valencia le gana al Sevilla miramos a Europa". El domingo fue un día de alegría en el entorno valencianista, sin freno y sin medida, porque la ocasión lo merecía y porque ya era hora de llevarnos una alegría como esa a la boca después de los años de miseria que llevamos viviendo.
Puede que peque de amargura, o igual no tanto, pero el objetivo sigue siendo evitar el descenso, sacar la mayor cantidad de puntos cuanto antes, y eso se hace rápido, pues ya veremos lo que pasa. Y el viernes hay que ir a Mestalla con los mismos ojos inyectados en sangre que hasta ahora, con ese miedo que nos ha hecho ir a muerte en cada partido como locales, y que nos ha mantenido vivos a pesar de todos los pesares.
Pero más allá de todo esto, que tendremos días aunque la semana sea más corta por aquello de que jugamos el viernes, entiendo perfectamente la euforia de la gente, porque creo firmemente que más que eso es una especie de desahogo, de respirar un poco después de tanta apretura, de decir, como lo hacemos tanto en esta tierra, “a fer la mà”, que ya iba tocando.
Todos, en frío, sabemos salvar los muebles sigue siendo lo esencial, porque sigue quedando mucha Liga, equipos que parecían muertos han resucitado, nosotros mismos, y equipos salvados ahora mismo andan con el agua al cuello.
Pero insisto, que haya ese estado en los aficionados del Valencia es algo que no se puede cortar, a lo que no se debe poner límite, al menos por unas horas, que el sufrimiento es de años, y por la contentos que estemos, no nos llega a igualar todo lo padecido desde aquella final de Copa del Rey de 2019 que fue un punto de inflexión negativo.