La falta de fe en el Valencia actual
Ni en el césped ni fuera, no se confía en ningún aspecto, y quizá, aunque sea un poco, todos merecen el beneficio de la duda

Nadie, o casi, cree en este Valencia, en todos los sentidos posibles. Eso es así, aunque luego, en muchos casos, nuestro valencianismo recalcitrante nos haga pensar que sí, que vamos a poder con esto y con más, aunque luego esa sensación dure lo que dura un partido en empate o una ventaja en el marcador.
Pero la verdad es que no pensemos que el equipo de Baraja se salve, o al menos lo repetimos mucho, y tampoco tenemos ninguna confianza en que el Nuevo Mestalla eche a andar, que es el otro hito básico que estamos esperando en estos momentos.
Es la antagonía elevada a la máxima potencia, pensaba el pasado martes viendo jugar a Rafa Nadal, que estaba tieso como un palo de escoba, que iba abajo en el marcador, y del que todos pensábamos “espérate que aún no lo saca”. Y aunque no lo hizo, nadie perdió la fe. Con el Valencia pasa todo lo contrario, en todos los ámbitos, y eso es duro de asimilar, y poco menos que imposible de reconducir.
Mientras Meriton siga al frente, todo lo que salga de dentro no se cree, directamente, no se le concede el beneficio de la duda, y eso es terrible para cualquier aspecto de la vida, pero en un club de fútbol, que tanto depende de su entorno, mucho más.
Para este problema sólo hay una solución, y es la salida de Peter Lim antes o después, porque estamos en el punto en el que no cambiamos nuestra opinión ni ante hechos consumados, lo que es poco menos que una sentencia de la que nos se puede escapar.