Y de repente, se hizo lo que se debía para acabar el Nuevo Mestalla
Demasiado tiempo perdido para algo que estaba claro desde hace mucho, y a lo que todos se han terminado sumando

El Valencia no tendrá que llegar al 3 de agosto para desbloquear toda la situación del Nuevo Mestalla. El vaticinio no es mío, aunque sí lo compartí con algunos compañeros de profesión que, como suele ser habitual, no le dieron crédito alguno a este asunto.
Y no lo hicieron porque aquí hemos institucionalizado el mezclar a Meriton con el Valencia, y olvidar que el club está por encima del que manda, sea quien sea. Y que la situación de parálisis que llevamos viviendo en este asunto dese hace muchos años penaliza a la entidad y a nadie más.
La retahíla de siempre, es decir, que aquí el único que gana es Peter Lim, que los que aprueban cosas que benefician al Valencia son sus aliados, y que hay que hacerle un cordón sanitario (que la expresión no puede ser más desacertada y desagradable), no es que haya perdido fuerza, es que cada vez es un pensamiento más arrinconado por su propia esencia.
María José Catalá, a la que se acusa de no haber contado con nadie, que el análisis se hace solo, ha sido la que ha tirado el asunto adelante, y los demás, al final, se han sumado al carro, porque era obvio que no tenían más remedio. El que no puede fallar en este momento es el Valencia, la pata básica y esencial del proceso, y ha de cumplir lo pactado y lo que le toca, que no es poco, dicho sea de paso, pero es suyo y sólo suyo.
Aquí no hay vencedores ni vencidos, o no debería haberlos, porque el único que sal ganando de verdad es el club, que la final es quien acabará el campo, quien venderá las parcelas del actual, y el que, si todo va bien, será vendido a alguien a quien sí le importen las cosas que nos pasan. Pero un paso detrás de otro, que al final será un proceso de fruta madura.