La inquebrantable fe del "todo Valencia" en José Bordalás

Haga lo que haga, aunque si sale bien mejor, es buscando el bien de este equipo, y su compromiso no puede ser más grande

Toni Hernández | 10 ABR. 2022 | 00:04
José Bordalás

Mi fe en el entrenador del Valencia, José Bordalás, puedo asegurar que está a prueba de bombas. Lo digo completamente convencido, porque entiendo que el técnico alicantino es lo mejor que le ha pasado a la parte deportiva de este club desde hace bastante tiempo. Él solo se ha basado para darle la vuelta a muchas cosas, y todo ello sin tener todos los mimbres que hacen falta para ello, teniendo muchas veces que jugar de una manera que no es la que más le gusta, y todo ello, a pesar de algunos mensajes que han querido poner en su boca pero que jamás salieron de ella, sin una sola queja a nivel público que pudiera generar otro enfrentamiento con la propiedad, que no llevaría a ninguna parte, como sabemos todos por desgracia.

Con una plantilla que él no hubiera elegido en gran medida, eso es algo que no escapa a nadie, ha conseguido armar un equipo competitivo y reconocible, que tiene sus limitaciones, pero al que ganar cada día es un poco más complicado. Si este verano pasara todo lo que tiene que pasar, que es el plan, todo esto tendría una forma mucho más compacta, aunque eso está por venir, y antes quedan varias batallas que son muy importantes. Después del encuentro contra el Cádiz se observaron dudas sobre el fútbol de Bordalás. Puede entender el desencanto por no ganar un partido que te metía arriba con todas las de la ley, pero cuestionar un modelo que ha quedado claro desde el primer día no lo encuentro tan razonable.

No podemos decir que nos engañe a nadie, que prometa algo que no cumple, o que genera una expectativas que luego nunca se cumplen. Parte de la base de no recibir daño, y desde ahí, hacérselo al contrario. Cuando el rival te espera, si no tienes una calidad supina (que no es nuestro caso), lo pasas peor para generar, pero eso no es salirse de ningún guión, y más allá de la frustración por no ganar un partido en casa, la fe en nuestro entrenador no puede sufrir ni la más mínima fisura. O al menos es como lo ve quien suscribe.