Ni Valencia ni el Valencia deben caer en la provocación de Madrid

Madrid provoca a Valencia y al Valencia, como siempre, y no vamos a caer. Así de sencillo. Vienen por tierra, mar y aire, como toda la vida, aunque esta vez la cosa no va sólo de temas deportivos, sino que prima el relato que se vendió en la capital, y a nivel mundial, y que básicamente se basaba en una enorme mentira repetida muchas veces por determinados altavoces. Hacernos pasar por racistas es algo que no podemos, y no debemos olvidar.

Hay que ir al perfil bajo, a que digan lo que quieran, a no responder a nada, a llenar Mestalla y a generar un ambiente que les haga sentir ganas de no bajar del autobús. Con un partido largo, feo, duro, en el que sufran, que no les apatezca jugar, en el que tengan reparo de meter la pierna porque hay pirañas que comen espinillas. Todo ello sin violencia, por supuesto, sólo con dureza y rudeza, el Valencia bronco y copero de toda la vida de Dios.

Y en la grada valencianismo. Al tonto le cantaremos tonto, porque es tonto, pero nada más, porque el personaje no vale la pena ni de la saliva que podemos gastar para decir su nombre. Lo quieren hacer largo y duro, pues bien, lo que va a ser largo y duro tiene que ser el partido, que sufran, que sufran mucho. Y que los medios que vienen dispuestos a generar su basura habitual, se vuelvan a casa con nada, con la nada. Es decir, con una afición y una ciudad señorial, que es lo que somos.