Hace mucho tiempo que el Valencia vive entre tinieblas, con la pandemia llegaron los verdaderos problemas económicos y justo en ese momento fue cuando un habitual de las competiciones europeas se despidió de ellas de manera indefinida. Fue la estocada y la confirmación de que no se estaban haciendo bien las cosas, el Atalanta no dio opción al conjunto de Celades y han pasado 1190 días desde aquel fatídico encuentro.
Mientras el Valencia trata de resistir en primera división, el futuro del Valencia también se decide en Singapur. Estos días se está produciendo uno de esos viajes extraños en los que el "Valencia de Europa" recorre miles de kilómetros para visitar a un Peter Lim que es incapaz de dar la cara ante el valencianismo. Pero lo preocupante es que estas reuniones paralizan los tiempos en cualquier planificación y no se entienden con los avances tecnológicos de los últimos años.
El entorno del Valencia está más crispado que nunca y no es para menos. El equipo lucha por la permanencia en una situación totalmente inesperada para todos, y mientras tanto, la caza de brujas y señalamientos crece; en eso se ha convertido este club.
El proceso de destrucción en el Valencia ha sido lento pero tuvo un camino coherente si tenemos en cuenta las decisiones y la gestión que ha llevado Meriton. En este siglo hemos pasado de unos años en los que se tocó el cielo a un paulatino descenso de los objetivos que ha llevado al Valencia a salvarse de manera agónica.
Un nuevo debate se ha instaurado entre el valencianismo, la continuidad o no de Rubén Baraja si el equipo no es capaz de poner fin a su mala racha de resultados. Y el debate ha llegado acompañado de los rumores, en este caso encarnados en la figura de José Bordalás y varias informaciones que aunque son contradictorias, han servido para encender más la llama. En el club lo tienen claro, al menos de momento y de puertas hacia afuera; Baraja terminará la temporada.
El Valencia vuelve a estar en descenso, el desastre no se ha consumado pero mirando el calendario no se puede ser especialmente optimista. Es momento de apoyar al equipo pero también de analizar qué es lo que ha llevado al Valencia a este momento y en sus responsables.
Peter Lim y la planificación
El Valencia ha vivido los días de Semana Santa de muchas formas distintas, en ocasiones en lo alto de la tabla y normalmente en plena lucha por Europa. También hubo temporadas en las que el equipo había dicho adiós a objetivos importantes pero al menos no temía por mantenerse en primera, eran los finales de temporada más largos. Ahora vivimos en un escenario nuevo en el que no falta emoción, pero lamentablemente es una emoción marcada por la angustia y las urgencias.
Los partidos internacionales han despertado poco interés entre la afición valencianista, al margen de algún destello de Mamardashvili y volver a ver a Gaya vistiendo la camiseta de la selección española, ni siquiera los compromisos internacionales han servido como bálsamo para olvidar el difícil momento del valencianismo.
Hace mucho tiempo que el Valencia vive entre tinieblas, con la pandemia llegaron los verdaderos problemas económicos y justo en ese momento fue cuando un habitual de las competiciones europeas se despidió de ellas de manera indefinida. Fue la estocada y la confirmación de que no se estaban haciendo bien las cosas, el Atalanta no dio opción al conjunto de Celades y han pasado 1190 días desde aquel fatídico encuentro.
El proceso de destrucción en el Valencia ha sido lento pero tuvo un camino coherente si tenemos en cuenta las decisiones y la gestión que ha llevado Meriton. En este siglo hemos pasado de unos años en los que se tocó el cielo a un paulatino descenso de los objetivos que ha llevado al Valencia a salvarse de manera agónica.
Mientras el Valencia trata de resistir en primera división, el futuro del Valencia también se decide en Singapur. Estos días se está produciendo uno de esos viajes extraños en los que el "Valencia de Europa" recorre miles de kilómetros para visitar a un Peter Lim que es incapaz de dar la cara ante el valencianismo. Pero lo preocupante es que estas reuniones paralizan los tiempos en cualquier planificación y no se entienden con los avances tecnológicos de los últimos años.
Un nuevo debate se ha instaurado entre el valencianismo, la continuidad o no de Rubén Baraja si el equipo no es capaz de poner fin a su mala racha de resultados. Y el debate ha llegado acompañado de los rumores, en este caso encarnados en la figura de José Bordalás y varias informaciones que aunque son contradictorias, han servido para encender más la llama. En el club lo tienen claro, al menos de momento y de puertas hacia afuera; Baraja terminará la temporada.
El entorno del Valencia está más crispado que nunca y no es para menos. El equipo lucha por la permanencia en una situación totalmente inesperada para todos, y mientras tanto, la caza de brujas y señalamientos crece; en eso se ha convertido este club.
El Valencia vuelve a estar en descenso, el desastre no se ha consumado pero mirando el calendario no se puede ser especialmente optimista. Es momento de apoyar al equipo pero también de analizar qué es lo que ha llevado al Valencia a este momento y en sus responsables.
Peter Lim y la planificación
El Valencia ha vivido los días de Semana Santa de muchas formas distintas, en ocasiones en lo alto de la tabla y normalmente en plena lucha por Europa. También hubo temporadas en las que el equipo había dicho adiós a objetivos importantes pero al menos no temía por mantenerse en primera, eran los finales de temporada más largos. Ahora vivimos en un escenario nuevo en el que no falta emoción, pero lamentablemente es una emoción marcada por la angustia y las urgencias.
Los partidos internacionales han despertado poco interés entre la afición valencianista, al margen de algún destello de Mamardashvili y volver a ver a Gaya vistiendo la camiseta de la selección española, ni siquiera los compromisos internacionales han servido como bálsamo para olvidar el difícil momento del valencianismo.