Un centro del campo con Baptista Santamaría de jefe

El Valencia cerro un gran fichaje este verano que, para variar, fue criticado antes de llegar. Y es que pocos conocían a Baptiste Santamaría, pocos en profundidad, y al venir del fútbol francés y no haber estado en ningún grande con 30 años, ya lo hicimos de menos.

Daba igual que hubiera sido pieza clave del Rennes europeo de los últimos años o vital para que el Niza se metiera entre los cuatro primeros en el país vecino. Llegó tarde, tuvo que adaptarse, y aunque jugó desde el primer día, no fue titular hasta la tercera jornada contra el Getafe. No estuvo mal, pero lo que pasó en Barcelona lo dejó muy señalado, porque lo cierto es que se vio superado por todas partes.

Como el equipo en general, pero hay determinados sitios donde estas cosas se notan más. Y contra el Athletic, especialmente en la segunda parte aunque en la primera fue el más destacado de los nuestros, demostró que puede aportar muchas cosas, que sabe de qué va esto, que tiene despliegue, sentido táctico, fuerza, ganas y hasta gol, que es algo que la segunda línea de este equipo tiene que generar como el comer.

No es la reencarnación de nadie, no se parece a ningún jugador importante en la historia de este club, que tendemos mucho a eso y no sirve de nada, sino que es un tipo que, en este Valencia, es una pieza muy importante que puede y debe dar muchas cosas. Y que como todos, necesita que haya confianza y algo de calma a su alrededor, eso que a veces nos cuesta tanto dar.