El fichaje de Bryan Gil por el Valencia

El club de Mestalla se lo volvió a pedir al Tottenham... cuando Bordalás era aún el entrenador, y ahora habrá que verlo todo

Toni Hernández | 06 JUN. 2022 | 00:01
Bryan Gil

El fichaje de Bryan Gil por el Valencia, de nuevo en calidad de cedido y sin opción de compra, al menos en el primer acercamiento, es un asunto que tiene encima de la mesa la dirección deportiva del club… a expensas de ver qué se quiere hacer realmente desde Singapur. El asunto del jugador gaditano tampoco es algo en lo que haya una opinión especialmente unánime entre el entorno, ya que sus meses aquí no es que hayan dejado especialmente buenas sensaciones.

Un gran arranque, quizá con mejores intenciones que acciones, pero con la sensación de que con un poco tiempo y adaptación, todo era posible. Luego llegó el cambio de sistema, donde un tipo como él no entraba de ninguna forma, su suplencia en la final de la Copa del Rey (aunque estuvo cerca de ser el factor determinante en la última media hora de partido), que apenas jugara hay el final de Liga…

Incluso Bordalás fue interrogado al respecto, porque Gil pasó de titular a la nada en pocas semanas, y nadie terminaba de encontrar una explicación más allá de lo expuesto anteriormente. Y tampoco acababa de cuajar, porque era una petición expresa del técnico alicantino. Que el Valencia haya vuelto a pedir su cesión al Tottenham puede tener su sentido.

En teoría, el año que viene no vamos a jugar igual, es decir, con los fichajes que se supone que van a llegar volveremos al 4-4-2 que quiere el entrenador, que damos por sentado que sigue, y Bryan tendría sitio en la banda izquierda del ataque. Eso sí, los ingleses ya han dicho que del tema no hablarán como pronto hasta el mes de agosto y no han dado ninguna seguridad al respecto de una posible vuelta, con lo que la planificación del Valencia se resiente y queda aún más en el aire, como si no lo estuviera ya bastante. En su mejor versión es muy bueno, y no dudo de que Gattuso se la pueda sacar, pero hay que ponerlo todo encima de la mesa y ver si vale la pena. Y veremos también si el italiano lo quiere, claro.