El poder de los símbolos en el Valencia
La imagen de Gayà en el banquillo, captada por @blanquinegres, dice muchas cosas sin un sola palabra, pero también que rendirse no es una opción

José Luis Gayà en el banquillo de Mestalla, con la mirada perdida, el semblante abatido, con el marcador aún reflejando ese Valencia 1-4 Barcelona, y con esa sensación, al menos la de todos nosotros, de estar pensando muchas cosas. Todo indica que va a renovar su contrato por el club, porque el compromiso está por encima de muchas cosas, pero es obvio que a determinados perfiles no les puede pasar esto en el mejor momento de sus carreras.
Aunque ese es otro tema, y estamos hablando en clave valencianista, nada más, sin individualismos. Esa imagen del capitán del equipo tiene que servir para muchas cosas, o al menos, no sólo para darnos cabezazos contra la pared o lamentarnos por el máximo accionista que nos ha tocado en suerte. Porque si Gayà pensara así, es obvio que las negociaciones para renovar su contrato se habrían terminado ya, y que no seguiría aquí, claro.
Los símbolos lo son por muchas cosas, y no sólo, como en este caso, en el aspecto negativo. Los duelos tienen sus tiempos, pero en el fútbol, como en la vida, todo sigue, nada se para, y no podemos pasarnos el tiempo maldiciendo todo lo que nos rodea. Gayà, después del Barcelona, estaba escocido, como todos, y encima lesionado, que también sería parte de su reflexión. Pero al día siguiente estaba entrenando en el gimnasio, porque rendirse nunca puede ser una opción para nosotros.