Nadie me va a enseñar a ser del Valencia, ni a mí ni a ningún valencianista

Nadie del entorno del Valencia puede, ni debe, dar lecciones de valencianismo. Nadie va a enseñar a nadie cómo ser del Valencia, porque cada uno lo es de una forma, a su manera, y si no se llega a entender que todas esas visiones personales de la misma realidad son igualmente válidas, no habrá respeto, no habrá nada. Y entiendo que algunos viven mejor en ese conflicto, ellos sabrán la razón, pero el Valencia no es eso, nunca lo ha sido, y ojalá que nunca lo sea.

A mí no me paga nadie por decir lo que pienso. Y si me llamara el Valencia mañana, iría corriendo, por supuesto que sí. Yo y cualquiera de nosotros, pero claro, cuando sabes que eso no va a pasar jamás, te puedes hacer más el digno. El Valencia es el eje que mueve mi vida, como la de todos, y aunque no me dedico a él en cuerpo y alma como hace años, si gana soy más feliz, si pierde tengo una desazón que no me logro quitar, y si estamos en guerra, como ahora, no puedo estar más incómodo.

El Valencia me importa tanto como a cualquiera que protesta cada partido, al que saca carteles amarillo o a la gente de Libertad VCF. Porque todos somos igual de valencianistas, todos, y todos queremos lo mejor para nuestro equipo, porque es la energía que mueve nuestras vidas. Y jamás insultará ni faltaré al respeto a nadie que no piense como yo, porque eso no me hace más de mi equipo, ni recibir los insultos menos, no lo olvidemos tampoco. 

Mi padre me metió el Valencia en las venas, y me lo sacarán el día que me muera, porque por más veces que lo he intentado no he logrado alejarme de él. No estoy para darle clases a nadie, ni siquiera a mi hija, que lo vive también a su manera. Pero que se cuide nadie hacerlo conmigo y menos de malas formas y peores maneras, porque así estarán destruyendo el club a la misma velocidad que Peter Lim, porque igual algunos no son mejores que él.