Un tesoro de valor incalculable para el Valencia

El Valencia se ha encontrado con una de las mejores hornadas de jugadores de casa de todos los tiempos. Al menos en potencia, porque lo que se les intuye a los Guerra, Diego López, Fran Pérez, Mosquera, Yaren o Alberto Marí es inmenso, aunque luego todo eso hay que convertirlo en realidades por encima de las expectativas.

Aunque lo cierto es que no veíamos algo así desde hace casi 40 años, cuando el equipo bajó a Segunda y se hicieron un hueco futbolistas como Fernando, Quique, Giner, Arroyo, Voro o un poco más tarde Camarasa. Todos ellos menos el “Chato” internacionales por España cuando ir con la selección era poco menos que una tarea imposible si no estabas en un par de equipos muy concretos. Igual que entonces, ahora han surgido por la necesidad del club, por una crisis económica importante, como de aquellos duros años 80, y también porque al dueño no le da gana firmar lo que el equipo necesita. 

El cómo hemos llegado a esto lo tenemos todos claro. Lo que hay que hacer ahora es manejarse en esta situación, saber digerir lo que hay y lo que viene, y tener mucha paciencia con estos chicos, que es posible que un día estén brillantes y que en otros no seamos capaces de reconocerlos.

Es lo que tiene la fase de formación de un chaval joven, que antes o después sufre dientes de sierra en su rendimiento, y con eso hay que contar. Es, efectivamente, un gran tesoro que nos hemos encontrado “gracias” a la dejadez de Lim por un lado, y al brillante trabajo de Rubén Baraja, que ha sabido ir introduciendo a estos chicos, a los que en su mayoría ya conocía a la perfección.