Mestalla y el Valencia, cogidos de la mano, buscando la salvación

Mestalla y el Valencia latiendo como si tuvieran el mismo corazón. Creo que he contado esto alguna vez, pero me apetece hacerlo de nuevo. Hace ya muchos años, tantos como 21, hubo un partido en el que sentí que el campo tenía vida propia y se fundía con los aficionados en las gradas. Juraría ante lo más sagrado que lo escuché respirar como yo mismo, y esa sensación, quizá idealizada en mi cabeza por el paso del tiempo, es algo que jamás me he quitado de la cabeza. Y es que aquel día vi ganar el partido al estadio.

Fue el famoso 2-1 al Espanyol, con los dos goles de Baraja, y que en el descanso perdíamos 0-1 y Carboni expulsado. Con uno menos y toda la presión del mundo, el público se puso a tirar de una manera que no he visto nunca, y los chavales volaban como aviones. ¿Que el equipo era mejor que el de ahora? No entro en eso, porque las comparaciones no tienen sentido. Sólo hablo de que cuando se da esa unión entre la grada y el verde, en Mestalla, el problema siempre lo va a tener el equipo contrario, porque en ese momento empiezan a pasar cosas.

"Toni, necesitamos a Mestalla a full". Es una conversión 100% real con el míster del domingo por la tarde, tras el partido contra el Elche. Que lo digo yo, repito, no tiene ningún valor. Que lo diga el Pipo creo que debería contar con todos los respetos, porque él nunca rogaría algo que no fuera absolutamente necesario. Confío mucho en mi equipo, porque sé que no son tan "malos" y porque son los míos. Y confío mucho en Mestalla, porque es mi gente, nuestra gente, nosotros, y sabemos lo que nos estamos jugando, más que nadie.