La caza a periodistas en el entorno del Valencia

El periodismo en torno al Valencia siempre ha sido especial. Voy a hablar de nombres propios, pero de mi época de “servicio activo”, cuando tenía todos los días un programa de radio y otro de televisión. Había bandos, sin duda, porque al final, los intereses son los intereses, y los periodistas no vivimos del aire. Morata le pegaba al Valencia cuando no le hacían caso, y gente como Julio Insa o como yo, le pegábamos a Morata cuando se metía con el club.

Luego nosotros mismos nos dábamos cera porque no pensábamos igual sobre muchas cosas. Teníamos al Tito Bau en Súper siempre como una especie de isla neutral, y luego peleábamos con Madrid porque no nos hacían caso, pero siempre sacando de esa guerra a la gente de aquí, que muchas veces estaba en medio del fuego cruzado, algo que le pasó muchos años al bueno de Nacho Cotino.

Había muchos más periodistas, muchas más historias, pero aquí no había una caza de brujas, nadie señalaba a nadie como vendido (y contratos publicitarios firmaron todos menos uno, el tonto de Toni Hernández), y se debatían las líneas editorial y los mensajes que se mandaban. Y nos encarábamos, vaya que si lo hacíamos, porque hace 20 años esto se vivía en la calle, no en mi cuenta de una red social.

Ahora todo es muy distinto, y bastante más tóxico. Y mucho más mezquino, porque incluso se atiza a quien no tiene programas para defenderse, algo que es tremendamente cobarde, sólo porque piensa distinto. Ir a la caza del mensajero, sea quien sea, denota claramente cómo están las cosas. Y algunas cabezas.