El juego sucio del periodismo, el Valencia y las venganzas personales

OPINIÓN | Las guerras en el entorno siempre me han dado mucha fatiga, porque son interesadas, y se ven desde tan lejos, que da mucha pena

Toni Hernández | 20 ENE. 2017 | 09:47

El periodismo deportivo de Valencia, como dijo alguien una vez hace años, cada vez es menos deportivo, y lo de periodismo vamos a estudiarlo, porque llevamos años de farándula, demasiados, y nos hemos especializado en periodismo rosa futbolero, más en el plano de líos accionariales, compra-ventas, escándalos, filias y fobias... Vamos, que de esencia vamos justitos, todos, y se nos nota. Cada día son más importantes los comentaristas que sepan de esto, porque los periodistas cada día sabemos menos, en el supuesto caso de que alguna vez hayamos sabido algo. Que esto en la profesión fastidia con J lo sé desde hace años, los mismos que no me importa en absoluto. Asisto de nuevo a una guerra de intereses, que tiene como centro del objetivo a una persona que lleva muchos años en el club y a la que se da mucho más poder del que realmente tiene: Damià Vidagany. Quien vea en esto una defensa se equivoca, porque todos somos mayorcitos, y tampoco soy objetivo porque primero soy su amigo, pero, ¿qué ha hecho tan grave, pero de verdad, para este enjuiciamiento y condena por parte de cierto sector?

Quizá haya sido con la persona con la que he tenido los problemas más graves como periodista en 22 años, porque nos hemos enfrentado de una forma bestial, pero desde hace 5 lustros es mi amigo, y sé cómo es. ¿Que no me gusta todo lo que hace? Ni a él lo que hago yo, pero esto es la vida, cada uno toma su camino. El único que ha tenido narices de acusarle de algo públicamente, y se equivocó y prefiero no decir públicamente lo que habría hecho yo si Suso dice eso de mi, ha sido García Pitarch. Tirarle encima a toda la Curva es feo, muy feo. Ah, y yo llevo meses intentando que Fernando Léon y él hablen, que ambos son testigos. Pero fuera esa acusación puntual, que nadie puede probar, ¿alguno más va a tener la suficiente personalidad como para decir a la cara y bien claro cuál es el delito de Damià? No el demagógico, sino qué hace tan mal como para querer colgarlo del palo mayor. ¿O resulta que también hay intereses? Si somos tan valientes, si somos tan amantes de la verdad que la llevamos por bandera, ¿no habría que hacerlo? Tirar la piedra y esconder la mano, táctica de cobardes rastreros.