Diego López y la calma en el entorno del Valencia

El entorno del Valencia, parte, ya miraba de reojo a Diego López. Lo mismo que a Javi Guerra o Fran Pérez, y también a Mosquera o, cuando le toque, a Yarek. No, no estoy diciendo nada malo, porque realmente no lo es, ya que simplemente se trata de constatar algo que pasa, sin más.

Y que, a ser posible, debemos intentar que no suceda. La temporada del asturiano está siendo un tanto difícil, porque aunque es titular indiscutible con Baraja, las necesidades del equipo le hacen jugar en distintas posiciones, y no siempre en la suya, dicho sea de paso. Con todo, se mata a correr, a ayudar, a buscar el balón, a intentarlo…

“No es el mismo del año pasado”, se ha oído y leído más de una vez. De él y de los demás, como digo, pero, al menos aquí, siempre se ha dicho lo mismo: llegar a Primera y reventarla unas semanas es “fácil” para un debutante. Mantener ese nivel, incluso mejorarlo, ya es mucho más complicado a lo largo del tiempo. Aquí los procesos han ido por el aire, todos los tiempos se han quedado en el pasado, y manda, demasiado, el aquí y el ahora. Y conforme estamos, poco se puede hacer.

Por eso es tan importante lo que ha pasado esta semana con Diego, porque ahuyenta fantasmas, deja claro que tiene mucho que decir en este Valencia, y deja latente que el nivel que tiene estos chicos, más allá de su edad, que es un factor que no podemos olvidar aunque lo miremos sólo cuando interesa, es muy serio. Me gustaría verlo más veces arriba, y seguro a Baraja ponerlo, pero el colectivo manda, y el primero que lo tiene claro es el propio chico.