Mestalla… el lugar donde pasan las cosas por las que su afición lucha

Mestalla es el mejor campo del mundo, porque su afición, cuando queremos, es la mejor del mundo. El cemento es inerte, no habla, no grita, no sufre, es el testigo mudo de más de 100 años de historia, pero no hace magia. Esa la consigue la gente, el valencianismo, todos aquellos que no tienen otra cosa en la cabeza el día y la hora a la que juega el equipo en casa un partido. El que sea, porque la gran mayoría del valencianismo, gracias a Dios, no va a ver al rival de turno, sino a su equipo, y vale igual que sea el Celta de Vigo que el Barcelona.

Volvimos a vivir una de esas noches, aunque no se gane, en la que ser del Valencia es algo bueno con lo que irte a la cama. Que sufrir por este equipo, por este escudo y por estos colores, tiene un sentido más allá de una costumbre que ya no nos quitamos de encima en la vida. Cuando el orgullo sale intacto, por muy duros que sean los momentos que estamos viviendo ahora, es el momento en el que tienes claro que jamás, nadie, va a poder con nosotros.

Somos muy grandes, más de lo que nosotros mismos podemos llegar a pensar. Y en ese estadio, que echaré de menos como si fuera alguien de mi familia, somos capaces de conseguir cosas que son casi imposibles. Nosotros somos los diferenciales, los que hacemos volar a esos jugadores cuando parece que están muertos, los que no paramos de dar calor cuando más frío hace. Los que no dejamos de pensar que todo es posible... aunque casi nadie piense que lo sea.