Cuando el fútbol es salvaje de verdad

Quizá no le importe a nadie, pero hoy hace 10 años de uno de los episodios más duros que ha vivido un equipo valenciano de fútbol

Toni Hernández | 30 JUN. 2023 | 00:03
Huracán

El fútbol no le debe nada a nadie. Es un deporte extremo, salvaje, porque te lo da todo o te lo quita todo, por puro capricho, sin que media ninguna razón de peso para que ocurra una cosa u otra. 30 de junio de 2013, estadio de La Victoria, Jaén. Partido de vuelta de la final del playoff de ascenso a Segunda. En la ida, Huracán 1-1 Real Jaén. Debíamos marcar como fuera para poder tener opciones de subir, algo que teníamos al alcance de la mano.

Minuto 89, 0-0 en el marcador. Huracán se queda con 9 jugadores y penalti para los locales. El lanzamiento va al palo, y en la siguiente jugada, montamos una contra no se sabe cómo, y Roberto Amarilla, el ex del Valencia, se planta solo ante el portero rival. Hace el pase de la muerte a Fabiani, que remata con la derecha, su pierna mala, pero el balón va directo a gol... hasta que en la misma raya aparece un jugador local, que se estira como la vida, y lo salva. 

No he visto nada tan extremo, y desde luego, mucho menos en mis carnes. La final de la Champions de 2001, con aquella maldita tanda de penaltis. Quizá lo del Levante hace unos días con el Alavés. El fútbol es maravillosamente criminal, y la derrota siempre supera a la victoria en número. Y con todo y con eso, seguimos enamorados de él. Hace 10 años que nos pudo cambiar la vida a un puñado de locos, y conforme pasa el tiempo, más orgulloso estoy de todo aquello.