Peter Lim en Valencia: muchas lecturas de la misma realidad

El dueño volvió a su estadio 15 meses después, y lo hizo con calma, en silencio, sin fiestas ni broncas, en definitiva, como debe ser

Toni Hernández | 19 AGO. 2017 | 16:06

La primera vez que Peter Lim vino a Mestalla fue uno de los días que más vergüenza he sentido como valencianista. Ver cómo una afición gigante, con casi 100 años de historia, que ha vivido lo mejor y lo peor del fútbol, recibía a un desconocido como si fuera una estrella del rock es algo que jamás se me quitará de la cabeza. Sentí muchas cosas, y ninguna buena. Aquella bienvenida fue generada por muchos de los que han estado pidiendo su cabeza y que se fuera, de los que se han erigido como portavoces del sentir popular, que debe ser tan cambiante como sus camisas porque cada día tienen uno, y que se han visto superados por la realidad, que va mucho más allá de twitter y de fieles que lo son y mucho, pero que no son todo el valencianismo. Eso es algo que ha aprendido dado distancia a las cosas, mirándolas con perspectiva.

Mestalla ni silbó, ni aplaudió, ni estuvo pendiente de Peter Lim, que en definitiva, es lo que debe ser, porque juega su equipo, sus sentimientos, su escudo, no un señor aunque sea su dueño. Confieso que esperaba una pitada, quizá porque también estoy embriagado por ese ambiente de “todo por el aire” en el que hemos vivido estos meses atrás, pero confieso que me alegra enormemente ver que la afición de mi equipo, de mi club, mi afición, de la que soy parte desde hace 43 años, es adulta, es moderna, ha aprendido una lección más, y la aplica cuando toca. Lim ha cambiado el club de arriba a abajo desde 12.000 kilómetros de distancia, ha fichado a Marcelino y ha armado una plantilla competitiva desde el mismo despacho que trajo a Neville. Los resultados lo son (casi) todo, y esta es una muestra más. Que el club pague sus deudas, mantenga al día a sus acreedores y proveedores, que no se haya colapsado y que siga vivo no cuenta, eso ya lo sé, pero es la función del