Ni llamar ratas a los jugadores del Valencia ni matar al club por todo

Llamarle rata a un jugador del Valencia que se marcha se ha puesto de moda, siempre que el futbolista no ha estado, digamos, especialmente fino a la hora de marcharse. Y entiendo que esta es la clave de todo, además de la voluntad del club, que es la otra pata esencial de la mesa que explica las situaciones. Si el Valencia pone encima de la mesa todo lo que puede poner, todo, y el chico, quien sea, no acepta porque fuera tiene más, se dice de forma clara y no pasa nada.

Esto es una profesión, muy perra en muchos sentidos, y muy privilegiada en otros, no nos vamos a engañar. Y en la que se mezclan el dinero con el hambre de gloria, además de con sentimientos de pertenencia desde que eres un niño. Y cada uno tiene esa mezcla en una proporción, y nunca se puede exigir a un tercero que lo sienta como nosotros, porque cada persona es un mundo, vive las cosas de modos distintos, y ese hecho no puede significar que todo vaya por el aire.

Si el Valencia quiere renovar a jugadores que todos tenemos en la cabeza, es sencillo, se pone encima de la mesa la mejor oferta que se pueda, con fijos y variables e invitando a crecer, y si el futbolista en cuestión cree que no se llega, perfecto, al mercado para vender lo más caro posible, de cara y sin historias entre bastidores, que esas luego hacen mucho daño. Normalizar todo este proceso debería ser algo esencial, aunque intuyo que estamos lejos de eso.