Me apetece hablar de Juan Roig

Ojalá no hubiera un Juan Roig, sino mil. Ojalá. Y que todos ellos fueran valencianos, amaran igual nuestra tierra e hicieran lo mismo por ella. No soy dudoso respecto al respeto y al cariño que le tengo a Juan, nunca lo he sido, y ahora, más que nunca, voy a serlo menos. Si hubiera más como él, muchos más, seríamos un país mejor, no tengo ninguna duda de ello.

Que cuando tú haces cosas te expones a que haya gente a la que no le gusten es algo lícito, es normal. Que por dar trabajo a decenas de miles de personas de forma directa e indirecta en todo el país te ataquen de forma miserable con las excusas más burdas y bastardas que pueda haber, no, eso sí que no.

Y seguro que Juan no necesita que lo defienda nadie, y menos yo, que soy el último mono de la compañía que decía mi padre, pero es que cuando ves determinadas cosas, si tienes sangre en las venas, tienes que saltar, porque no hay otro remedio.

No puede ser que en este país todo valga, no, eso no puede ser, ni debe ser. Y cuando lo fácil siempre es atacar a quien ha tenido éxito, porque parece que se penalice triunfar, la sociedad, al menos parte de ella, la que podemos tener algo sentido común más allá de ideologías, tenemos que alzar la voz. ¿Que dependiendo de quién lea esto me va a poner a parir y me va llamar de todo?

Es que me da lo mismo, estoy ya curado de espanto, y por decir lo que uno piensa, con respeto y educación, no se puede tener miedo de lo que piense nadie. Juan Roig es de las mejores cosas que le ha pasado a esta tierra, tendríamos que clonarlo, y lo digo muy en serio, y a quien esto no le guste, le respeto, no pretenderé que piense de otro modo, pero no le voy a consentir que lo insulte como si eso fuera siempre gratis o hubiera una permanente barra libre.