Confianza ciega en el Valencia de Baraja

El Valencia de Baraja nos emociona y nos hace sentir ese orgullo especial de las grandes ocasiones. Sí, no hace falta siempre ganar un trofeo para que pase eso, sino simplemente ver que gente que siente la camiseta y tiene un compromiso a prueba de bombas, se deja el alma en cada partido, con esfuerzo y con cabeza, que al final al fútbol se juega con los pies y no sólo con los cojones. Dicho sea con todo el respeto del mundo, pero dicho a fin de cuentas.

Habrán partidos malos, que eso a nadie le quepa duda, y perderemos más veces, que por desgracia nos va a pasar. Pero por encima de todo eso, que al final es fútbol y le pasa a los mejores equipos del mundo, está la identidad que se está consiguiendo y el trabajo que hay hecho, y sobre todo, con los mimbres que se está llevando a cabo, que sabemos perfectamente cuáles son. Por eso este equipo nos llega al corazón de la manera que lo hace.

Si Peter Lim fuera el de 2017, que no lo es y no creo que vuelva a serlo, tendríamos la base de un gran Valencia, al que llegarían los fichajes que hacen falta para volver a luchar con los de arriba por todo. No sabemos qué pasará en verano, o al menos no queremos hablar de ello ahora mismo. Fe inquebrantable en el Valencia de Baraja, con sus cosas y sus cosas malas, y después de mucho tiempo, con ganas de que llegue el siguiente partido más que nunca.