Un bucle en la planificación del Valencia CF

El Valencia ha vivido los días de Semana Santa de muchas formas distintas, en ocasiones en lo alto de la tabla y normalmente en plena lucha por Europa. También hubo temporadas en las que el equipo había dicho adiós a objetivos importantes pero al menos no temía por mantenerse en primera, eran los finales de temporada más largos. Ahora vivimos en un escenario nuevo en el que no falta emoción, pero lamentablemente es una emoción marcada por la angustia y las urgencias.

El plano deportivo marca la agenda pero algo que se repite año tras año es que a partir del mes de abril comienzan las especulaciones sobre las posibles ventas del club en versano. Tras renovar a jugadores importantes como Gayà, Guillamón, Diakhaby o Mamardashvili, las miradas han comenzado a centrarse en el georgiano y los cantos de sirena que llegan de la Premier. Y aquí deberíamos hacer una reflexión, más bien la propiedad tendría que hacerlo ya que la conclusión es sencilla: será muy difícil que el Valencia regrese a la posición que le corresponde si se venden a los jugadores que más prometen sin haberlos amortizado durante algún tiempo, y más decisivo todavía, será imposible no sufrir si los sustitutos de estos futbolistas son jóvenes por formar y sin experiencia contrastada.

El problema no son las ventas (el Valencia siempre traspasó jugadores en oportunidades de mercado), lo preocupante y la gran diferencia es que no existe equilibrio entre lo que sale de Mestalla y lo que llega. El club sigue en permanente bucle desde hace unas temporadas y los riesgos son evidentes; de momento el Valencia está metido en una situación deportiva a la que nunca se debería haber llegado con un poco de criterio.