Si no sabemos disfrutar de una final de Copa, quizá es que el Valencia no se merece jugarla

Demasiada amargura, demasiados dramas, demasiada gente empeñada en no disfrutar de algo que no se da todos los días, ni mucho menos

Toni Hernández | 17 ABR. 2022 | 00:04
Valencia CF

La final de la Copa del Rey de Sevilla es una prueba de fuego para todo el entorno del Valencia. Y lo digo con tiempo, de hecho llevo hablando sobre esto varios días, y conforme se acerca el 23, más presente lo tengo en mi cabeza. Podemos optar por dos alternativas, que son claras y que tampoco tienen demasiada discusión: la primera es disfrutar de esto a tope, que no pasa todos los días, y que hemos tenido la suerte de vivir por segunda vez en 3 años (la espera anterior fue de 11 años, por contextualizar un poco las cosas y lo que significa esto). La segunda, dejar todo esto a un lado, seguir a piñón fijo con la historia de cada uno, y convertir un encuentro precioso en algo que no toca y que no procede.

Y para lo que siempre va a haber tiempo, que es lo único que nos sobra siempre. Al menos unos días, lo que toca es ser feliz, disfrutar, tener la ilusión en todo lo alto, sentir y transmitir el Valencia por todas partes, en el trabajo, en el colegio, la facultad, en cada cosa que hacemos en la vida. Porque esto es especial, es diferente, es extraordinario. Sí, que no se enfade nadie, pero en 103 años, esta será la 18ª final, y apenas las 5º en los últimos 50. No podemos decir que sea lo normal, ya me gustaría, pero sería estar faltando a una verdad evidente que se ve simplemente con mirar el cuadro de finales de la Copa. No hay que esforzarse mucho más, para aquellos que les cueste un mundo este tipo de cosas. Porque además, y esto lo digo de forma sincera y descarada, si no somos capaces de disfrutar una final de Copa, es que quizá no merezcamos jugarla, así de sencillo. 

No pretendo que nadie me dé la razón ni tampoco tenerla, pero me parece de cajón. Un día y un momento como ese es para ser feliz, y no para la amargura y el drama, para estar en guerra con gente que es de tu mismo equipo, o para estar lamentando todo lo que pasa a tu alrededor. Me crié sin ver finales del Valencia, porque mi infancia coincidió con la pero época de la historia, y quizá por eso valoro mucho más estos momentos. Pero de mi edad, o parecida, somos muchos, y me sorprenden ciertas actitudes que no me entran en la cabeza de ninguna de las maneras.