El Valencia de Marcelino no puede ser más desgraciado

El equipo lo dio todo, no pudieron salirle más cosas mal en forma de fallos cara a puerta, pero el corazón y el compromiso es innegable

Toni Hernández | 12 ENE. 2019 | 18:02
Valencia - Valladolid

El Valencia, y sobre todo Marcelino, jugaban el partido más importante de los últimos años en Mestalla. El rival era el Valladolid y sólo se trataba de la 19ª jornada de Liga, pero todo el mundo ers consciente de lo que había en juego. El equipo y el público salió consciente de ellos, apretando, intensos, yendo a por todas en cada balón, y eso es un primer paso siempre clave. Se llegaba al área pero no se generaba peligro, con un conjunto visitante totalmente replegado y que daba el balón como consigna. Mediada la primera mitad el equipo se atascó, porque el rival cerraba todos los espacios, y ahí es donde empezaba de verdad el encuentro, con la total adversidad. Apenas dios llegadas en 40 minutos era poco bagaje, pero el equipo no desistía, y el respetable tampoco. Y casi en ese momento llegaba la mejor ocasión hasta entonces, un remate franco de Cheryshev que se marchaba fuera. Y con 0-0 acababa el primer acto.

En la segunda parte sólo cabía ir a por el partido a tumba abierta. El equipo centrado, llegando, y forzando un penalti que podía abrir el marcador. Rodrigo y Parejo discuten, lo tira el delantero… y lo para Masip. Una bofetada dura, pero es que el año va de ese palo, aunque quedaban 35 minutos por delante. Minutos de acoso y derribo y buen juego del Valencia, pero el gol seguía sin llegar. Faltando 25 minutos, ya con Coquelin sobre el campo, el equipo sólo pensaba en atacar, y eso podía generar problemas atrás. Los fallos eran algo fuera de lo normal, porque además del penalti y el rechace, la que tenía Mina en el 68, solo sin portero, era para estar bloqueado.

Los últimos 20 prometían emociones fuertes, como no podía ser de otro modo. Y justo en ese momento llegaba la jugada de Soler por la derecha, y el remate venido del cielo de Dani Parejo. Un golazo, y un abrazo, del goleador y del entrenador, que significa muchas cosas. Pero quedaba mucho, el gol golazo de Alcaraz ponía el 1-1 faltando 8 minutos. Pero así terminó el partido, y no queda otra que seguir, porque el camino no es otro.