El mejor Levante no es suficiente contra un Atlético líder (3-2)

El conjunto granota plantó cara al equipo colchonero

Redactor Jefe | 22 DIC. 2013 | 02:01

No era el Estadio Vicente Calderón el mejor escenario para rozar la proeza, a tenor de la fortaleza que ha exhibido en el primer tramo de la competición, pero el fútbol, en ocasiones, no entiende de los razonamientos establecidos a priori en función de los parámetros marcados con anterioridad. La banca pareció saltar por los aires en el arranque de uno de esos partidos que se temen ante la sagacidad evidenciada por la escuadra local para superar a cada uno de sus adversarios con respuestas contundentes.

Y no era una simple cuestión de estadística. Hay más valores en el juego y en la propuesta del Atlético de Madrid. Sin embargo, fue el Levante quien golpeó de inició con la diana de Ivanschitz. En realidad, la escuadra de Joaquín Caparrós se ajustó el balón en sus botas en la misma epifanía del duelo. El Atlético perdió de vista y el duelo y cuando se reencontró con la esencia de la práctica del balompié volvió al centro del campo para comenzar de nuevo el choque. Lo hacía en desventaja en el marcador y con una sensación algo compleja de explicar.

En ese instante, afrontaba un paisaje sumamente desconocido. El grupo local no está habituado a inicios tan convulsos y traumáticos. Al menos en la hégira del Cholo Simeone. Y el aquero belga acaparó protagonismo ante un disparo a bocajarro de Barral. Los movimientos del atacante andaluz y la aportación de Rubén sembraron los interrogantes en un equipo que se ha acostumbrado a aplastar a sus oponentes. No obstante, hay valores difíciles de comprar en el fútbol. El Atlético de Madrid es efervescencia pura. Hay convencimiento y determinación en cada uno de sus jugadores y esa fe se traslada hacia la grada. Y se produce un efecto propagador de contagia capaz de generar un clima y unas perspectivas difíciles de solventar para los adversarios. Sucede que el Levante no se intimida. La versión más rocosa del grupo pareció regresar en el segundo episodio del duelo ante el Elche y se mantuvo en un escenario complicada.

Fue un partido de cuchillo entre los dientes y de botas fuertes y mirada retadora entre cada uno de los oponentes. El Levante se maneja con soltura en este tipo de atmósfera. El Atlético se agarró al partido con la intensidad que le caracteriza, pero sin encontrar espacios sobre los que agujerear el solidario entramado defensivo del grupo granota. El partido adquirió voltaje con una clara agresión de Tiago sobre Juanfran que hubiera merecido que el bloque local afrontara parte del duelo en inferioridad y con desventaja en el marcador. Godin recuperó la autoestima del Atlético en una acción de raza. Se cruzó todo el campo y remachó un centro del Juanfran atlético desde el costado derecho. No se arrugó el Levante que se mantuvo en pie, pese al demoledor arranque del segundo acto con un gol de Diego Costa siguiendo por el palo largo de la meta de Keylor. El Levante no renunció al duelo.

Es una cuestión de estilo, pero también de orgullo. Una recuperación en la línea de medios de Pedro Ríos generó la igualada. La cabalgada del atacante aunó vértigo y decisión para fijar el empate con un espectacular lanzamiento. El partido volvía a nacer. Quizás nadie esperó un desenlace semejante con una pena máxima muy discutida que rasgó una igualada que propició un final polémico con el Atlético agazapado en su área y con Juafran camino del vestuario tras ser expulsado.