Gourlay y el dilema que marcará el verano del Valencia

Gourlay debe tomar su primera gran decisión: vender promesas para cuadrar números o sostener el proyecto desde su base más valiosa.

Jose Hernández | 18 JUN. 2025 | 08:00
Guerra y Mosquera

Ron Gourlay ha aterrizado en Valencia con un perfil de ejecutivo serio, aunque el valencianismo todavía no ha tenido oportunidad de escucharle. Pero la aparente calma institucional que se quiere mostrar desde el club no esconde la realidad: su primer gran escollo ya está sobre la mesa, y no es menor. Se llama Mosquera, Javi Guerra y Diego López. Tres piezas de presente y objetivos del mercado. Tres decisiones que marcarán el relato de este verano.

La presencia de estos jugadores en la selección Sub‑21 no solo eleva su valor deportivo. También los pone en el escaparate y sus agentes lo conocen. Lo saben los clubes que llaman y lo sabe el Valencia, que debe elegir entre dos caminos: blindar su base o abrir la puerta a alguna salida que alivie las cuentas pero lastre el proyecto.Gourlay, recién llegado al cargo, tiene poco margen y muchas miradas encima. Lim no está en el día a día, y Corberán quiere una plantilla reconocible, su sistema necesita continuidad. Mosquera es insustituible en la defensa que quiere construir teniendo en cuenta los precios del mercado, Guerra es el motor del medio campo y Diego López aporta el desequilibrio que no sobra en este equipo. 

El problema no es solo económico, es de identidad. Vender a cualquiera de ellos ahora (y más sin refuerzos claros) debilitaría la credibilidad de un proyecto que dice apostar por la base. Gourlay, con pasado en clubes como Chelsea o Reading, sabe lo que significa gestionar en medio del fuego cruzado entre necesidades financieras y ambición deportiva, cualquier error será examinado con lupa.

El valencianismo puede entender que haya que vender. Lo que no tolerará es que se venda mal y no se expliquen las razones con transparencia. Gourlay ha llegado para profesionalizar decisiones. Pero en este caso, más que un cálculo, lo que se le pide es una postura. Porque sostener a estos tres jugadores no es solo una jugada táctica: es la forma más directa de decirle a Mestalla que, esta vez, se va en serio.