En Valencia no nos gusta hablar de fútbol

Qué poco nos gusta en Valencia hablar de fútbol. Lo pienso hace muchos años, y tengo claro que se debe a que muchos periodistas nos hemos especializado en jaleos societarios, de campos, de compra y ventas de clubes y demás zarandajas, y nos hemos olvidado de lo que realmente le gusta a la gente, e incluso a nosotros mismos.

Ahora vivimos un buen momento, especialmente si lo comparamos con el pasado reciente. Desde que ganamos la Copa del 2019, apenas hemos tenido un par de buenos momentos: la clasificación en la fase de grupos de la Champions ganando al Ajax en Amsterdam y la final de la Copa del Rey que perdimos contra el Betis en Sevilla. Dos cuestiones muy puntuales en casi 5 años para un club como el nuestro es una absoluta barbaridad.

Que después de cada victoria busquemos pegas o problemas, que se producía eso de la “caída de wifi”, que san triunfos con “peros”, de verdad que mi cabeza no lo entiende, no lo procesa, no llega a discurrir el motivo por el que ocurren estas cosas. Es momento de hablar de fútbol, de disfrutar de los nanos, de ver cómo evoluciona Baraja, de qué planes de futuro hay.

Pero preferimos otras cosas, otras guerras, en las que igual pensamos que podemos sacar algo, algunos lo piensan, y es triste, muy triste, porque eso no es el Valencia, o al menos no es sólo eso. Aunque lo peor es que los que hablamos de fútbol somos señalados, mirados con mala cara, y hasta hace bien poco, insultados de mil formas distintas. Aunque eso sí, el día que se juega una final, nunca hay suficientes entradas para todos.