¿Apuesta o despedida? El Valencia y el futuro incierto de André Almeida

Cuando André Almeida aterrizó en Mestalla en 2022, lo hizo con la vitola de centrocampista creativo, capaz de dar pausa, último pase y personalidad al juego. Su técnica nunca ha sido cuestionada, pero su rendimiento global sí ha quedado lejos de lo esperado. Lesiones, intermitencia y una sensación de no haber encontrado su sitio en ningún sistema han condicionado una etapa que debía ser la de su consolidación en la élite.

Las expectativas generadas por su llegada chocaron con una realidad más compleja: la falta de continuidad. Almeida ha encadenado problemas físicos que le han cortado la progresión y, cuando estuvo disponible, ni Gattuso, ni Baraja ni ahora Corberán terminaron de darle un rol central. A ratos mediapunta, a ratos interior, su polivalencia ha jugado en contra al no asentarse con claridad en ninguna posición.

Esa indefinición también se refleja en la percepción del club. El jugador siente que no ha recibido el respaldo suficiente para convertirse en pieza estructural. El Valencia tampoco lo ha blindado con renovaciones de peso, manteniendo abierta la puerta a una venta si llegara una oferta convincente aunque en invierno se negó a darle salida. La realidad es que ni el entorno ni la dirección deportiva parecen dispuestos a descartar ninguna vía: ni una salida que libere espacio en la plantilla y en el límite salarial, ni una continuidad condicionada a un nuevo contrato que encaje con la situación actual del equipo.

El dilema es evidente. Almeida aún tiene calidad para marcar diferencias, pero necesita continuidad, confianza y un plan que lo sitúe en el centro del proyecto. Sin ello, seguirá siendo un jugador con talento reconocido pero sin impacto real. El Valencia debe decidir si apostar por él de verdad o si su etapa en Mestalla toca a su fin y utilizarlo como moneda de cambio.