Aplaudir a Marcelino, animar al Valencia

El aficionado del Valencia tiene derecho a hacer lo que le dé la real gana cada vez que acuda a Mestalla. Vamos a partir de ciertas bases para que nadie se lleve a engaño no se cabree antes de hora. Lo mismo que es muy libre de ir o no a ver los partidos del equipo. Del tema de ceder entradas a la afición visitante, especialmente Madrid o Barcelona, mejor voy a callarme, porque todo es igual de respetable, aunque esto me cuesta mucho entenderlo sin perder los papeles.

Pero más allá de todo esto, el encuentro de este sábado tiene un aliciente especial, queramos o no. Desde un lejano día de agosto de 2019, cuando el Valencia le ganó al Mallorca en Mestalla, Marcelino García Toral no ha vuelto a pisar el estadio. Al menos en la zona de banquillos. Y ese momento de regresar es ahora. Detesto el término “viuda de”, me parece absurdo, aunque tengo claro que se ha estirado ese chicle mucho más de la cuenta. Marcelino es uno de los entrenadores más importantes en la historia del club, porque no en vano es de los que puede presumir de haber conseguido al menos un título, y eso no está al alcance de todos.

Ni quería que lo tiraran en enero del 19, cuando la gran mayoría pedía su cabeza, ni entendí su despido en septiembre del mismo año, porque si se tenía tan claro, debió ser ese mismo verano. Habrá quien le ovacione y habrá quien no. Incluso puede que alguno hasta le pite. En estos casos, quien suscribe, siempre ha tenido una máxima: el que viene a quitarme lo mío, es enemigo hasta que acaba el partido. Pero repito, esta forma de pensar es mía, y cada uno es muy libre, faltaría más, de hacerlo como quiera.