Los únicos que importan son los jugadores del Valencia

Los únicos jugadores del mundo que nos deben importar son los que se ponen la camiseta del Valencia. Esta máxima la aprendí hace ya algunos años, y no era tampoco un niño. Cuando Lobo Penev se marchó, para los que fue un poco nuestro primer ídolo aquello fue un palo. Es verdad que no estaba en el mejor momento de su carrera, aunque luego siguió rindiendo, pero era una especie de símbolo para los que teníamos 15 años cuando vino. Pero el gran palo fue en el 96, con Mijatovic, y verlo con la camiseta del Madrid cuando era uno de los mejores del mundo.

Entonces, con 22 años y recién comenzado a trabajar en el periodismo, tuve claro que todos los futbolistas están de paso, que sólo unos pocos logran generar ese respeto y ese cariño en las dos direcciones, y que únicamente los que llevan nuestro escudo en la camiseta son los que nos deben importar. Llevamos ya un par de años echando de menos a los que no están y montando dramas y espectáculos que no son propios de una afición tan grande como la nuestra. Muchos de los que se fueron en 2020, o les echaron, no tendrían que haberlo hecho, y eso es algo en lo que todos estamos de acuerdo.

Pero habría que pensar seriamente en dejar esta actitud, en reconocer a los que nos han dado gloria, y han seguido correspondiendo con respeto, y a los que han usado el Valencia como un trampolín para sus propios intereses y egos personales. Siempre he dicho que prefiero a un tipo con menos talento y comprometido que otro con calidad y que esté pensando en el momento de irse. Podemos ver, sin ser muy listos, las diferencias entre los que quieren estar y los que no. Entre los que nos deben importar y los que no.