Crear una falsa realidad del pasado del Valencia que convenga, mal asunto

En el entorno del Valencia estamos empezando a tener una manía muy peligrosa, que es tóxica y nociva, y que a pesar de lo que puedan pensar quienes la practican, no ayuda a que Peter Lim sea peor gestor o que tengamos más ganas de que Meriton se vaya de aquí. Tergiversar el pasado para adecuarlo a un relato es feo, es muy peligroso, porque al final, las cosas que han pasado son las que son, las buenas y las malas, y tratar de endulzar las positivas y demonizar más aún las malas es hacer trampas. Pero jugando al solitario, que es mucho más grave. Hemos asistido a comparativas extrañas de Marcelino con grandes entrenadores de la historia de este club, y por mucha Copa que ganara, no las soporta de ninguna manera.

Pero es positivo para el relato que sea el mesías, cuando realmente “sólo” era un buen entrenador, que ya es. Mateu Alemany, que sigo diciendo que es el gran error de Lim estos años, poco menos que hemos dejado claro que meaba colonia, y hombre, tenía también sus cosas, que nadie es perfecto, pero se omite. Las salidas de Kang in Lee y de Ferran Torres tienen muchos padres, y muchos contextos, porque al surcoreano le llamaron el enchufado del dueño y que era mal visto en el vestuario, y luego que el club es desastre con los jugadores de casa. Lo del Foios es ya de traca, porque se quiere justificar lo que no tiene ni por dónde cogerse, y al final será un santo al que se echó de aquí de malas maneras. 

Las cosas son como son, y no hace falta cambiar nada para llegar a las mismas conclusiones. Porque con la simple verdad, la realidad es que Lim y Meriton deberían estar en su casa hace tiempo, pero nadie viene a comprar el club de verdad. Y los que provocaron que viniera Lim, o el que hubiera sido, siguen dando lecciones de todo con la connivencia de aquellos que tergiversan la historia, porque no conviene. Porque ahora Llorente es maravillo y la ampliación de capital de 2009, la mayor tomadura de pelo de la historia, igual no pasó. No cambiemos las cosas por interés, porque no tiene sentido, y además, es muy rastrero.