Toni Lato o saber aguantar la presión de ser comparado

En el entorno del Valencia no se suele ser especialmente justo con Toni Lato. Se le exige, cuando juega lo que juega, que cuando lo hace, rinda al nivel del mejor José Luis Gayà. Y eso no resulta fácil ni siquiera para el propio jugador de Pedreguer, que no siempre está a un nivel megatop, porque como todos, tiene días mejores y otros peores. Como le ha pasado a otros jugadores, y eso es simplemente fútbol, no era un tipo que gustara especialmente a la dirección deportiva del club hasta 2019, algo perfectamente lícito, y fue traspasado el verano de ese año al PSV, aunque el club lo frenó al final, y lo dejó todo en una cesión, que finalmente resultó un desastre.

Los holandeses no forman futbolistas a préstamo, y en enero se tuvo que marchar a Osasuna, donde jugó bastante, pero siempre a la sombra de Pervis Estupiñán. Lato tiene un gran problema, que para él no lo es a nivel personal, pero sí profesional: José Luis Gayà. Es casi imposible jugar por delante del internacional español, porque es básico en este equipo, porque su nivel está entre los mejores de Europa en su puesto, y porque su jerarquía hace que ahora mismo sea inviable.

Eso salpica a Lato, pues claro que sí, que juega cuando toca dar descansos o hay lesiones, y normalmente sin haber jugado demasiado previamente. Tiene contrato hasta el año 2023, con lo que estamos en una temporada clave para él en todos los sentidos. Sabe que tiene que dar el do de pecho para quedarse, o tomar la decisión definitiva de volar. O esperar a ver qué pasa en el mercado, que todo puede ser en este momento.