Reconocer la realidad para evitar el desastre

Opinión/ La liga acaba de comenzar y queda claro que va a ser una temporada muy complicada para el Valencia, es necesario reconocer la realidad sin dramas

Jose Hernández | 27 OCT. 2020 | 08:00
Valencia CF

El valencianismo se temía llegar a una situación como la actual, lamentablemente las acciones del club han provocado este difícil escenario que algunos (los eternos optimistas y poco realistas) no querían ver. La palabra descenso está en boca de mucha gente y obviamente parece demasiado alarmista si tenemos en cuenta todo lo que queda y hacemos un análisis real de la plantilla del Valencia. Está claro que la permanencia nunca puede ser un objetivo para el Valencia, desde el club se han lanzado mensajes preparando el terreno de cara a años complicados, pero rozaría lo vergonzoso que el Valencia solo pudiera aspirar a mantenerse en primera.

Dicho eso, lo primero que tenemos que reconocer es que en el fútbol no hay nada imposible. El Valencia no tiene a priori una plantilla para pasar problemas, pero tampoco la tenía en su día para llegar a finales de Champions o llevarse dos ligas contra pronóstico. Tampoco en la fatídica campaña del descenso en 1986 se podía pensar en el desastre, y ejemplos similares podemos encontrarlos en el Atlético de Madrid o el reciente hundimiento de un Málaga con demasiadas similitudes con el Valencia actual. ¿El Valencia puede descender a segunda si continúa esta espiral de autodestrucción? Es una posibilidad real aunque en manos de la plantilla está que la catástrofe no suceda.

De Meriton no se puede esperar nada, evidentemente no será Peter Lim quien acuda al rescate de un club que él mismo se ha encargado de dilapidar y al que solo ve en este momento como un remanente dentro de la gran variedad de sus empresas. La liquidación es un hecho. El gran problema de este Valencia no es la falta de calidad futbolística (se ha perdido fuerza pero existe potencial), sino la dinámica en la que se ha entrado y está provocando que piezas importantes quieran salir a toda costa. Cuando un club grande se ve luchando por objetivos que no son acordes a su historia, suele pasar que el equipo se maneje muy mal en el fango. Ni el Valencia ni su afición están preparados para una hipotética lucha por eludir el descenso, sería un escenario tan lamentable que probablemente provocaría que la herida fuera imposible de suturar.

Y aquí no se habla de hashtags, mensajes de unión en las redes sociales y consignas sentimentales pero vacías de contenido futbolístico. Hablar de unión está muy bien, pero, ¿unión de quién y con quién? El debate siempre va a estar presente en el valencianismo y es algo sano (apelar a la división de opiniones como raíz del problema es un error, y es que precisamente ese es uno de los rasgos que han ayudado a que el Valencia haya sido un club muy vivo en sus 101 años de historia). De la misma forma, es imprescindible la crítica a una gestión tan nefasta como la realizada por Meriton en el Valencia (hay quienes han defendido en los últimos años que hacerlo creaba desunión, a pesar de que los despropósitos eran evidentes). Hay que tomar posiciones y hacer oposición admitiendo que el músculo accionarial para hacerlo es muy reducido. Pero resignarse sería dejar morir al club y dar la razón a aquellos que han antepuesto sus intereses personales ninguneando y a veces despreciando al aficionado.

Es necesario pedir responsabilidades a la propiedad y exigir cambios. Uno de ellos podría pasar por la venta del club, pero esta posibilidad no será una opción mientras no haya una alternativa viable (lo demás es engañarse). Hay mucho trabajo que hacer pero es vital reconocer la situación: es posible que el Valencia no haya tocado fondo todavía, y mientras se solucionan los problemas sociales deben ser el entrenador (Gracia o el que venga) y sobre todo los jugadores los que tiren de orgullo y profesionalidad para rescatar a un equipo que se ahoga poco a poco. Actitudes como las de Kondogbia o actuaciones futbolísticas como las del pasado viernes en Elche solo conducen a un final previsible: el desastre. Para evitarlo es necesario tomar conciencia y la plantilla debe ponerse el mono de trabajo y demostrar que merecen llevar el escudo del Valencia en el pecho...los actuales gestores están de paso por la ciudad gracias a una cuestión monetaria, pero hace mucho tiempo que demostraron no poseer la altura suficiente para ocupar los puestos de responsabilidad que actualmente tienen en esta entidad centenaria.