La mayor (presunta) estafa en la historia del Valencia

Seguir dando vuelta a qué llevó al club a buscar un inversor es absurdo, porque remueve muchas cosas que siguen estando sin resolver

Toni Hernández | 31 OCT. 2019 | 23:00
Junts fem força

La mayor (presunta) estafa en la historia del Valencia se perpetró en el verano de 2009. En aquellos meses, el club andaba a la deriva después de la salida de Juan Soler de forma definitiva, del año de Vicente Soriano que fue vergonzoso, y de esa historia de Dalport que nunca estuvo del todo clara. Y digo esto porque hubo una reunión en Madrid, en la sede de esta empresa, a la que asistió un consejero del Valencia. Y después de terminar, ese consejero llamó a Llorente y se activó la farsa llamada “Junts fem força”, la ampliación de capital que venía a democratizar el club… sarta de mentiras y embusteros de saldo. Por cierto, sé que esa reunieron existió porque fui yo quien lo convocó, la organizó y quien se negó a asistir.

Se activó en definitiva aquella ampliación de capital, por 92 millones de euros. El valencianismo suscribió 17, algunos a base de créditos o quedarse sin vacaciones. El resto lo cubrió el Instituto Valenciano de Finanzas, con un crédito a la Fundación del Valencia, que no podía generar dinero ni tenía capacidad de devolución. Un “presunto” delito como se vio años después. Se quedaron el club los Llorente y compañía, sin poner un euro, para vender a Silva, Villa, Mata, Jordi Alba, Albiol… todo, y sin poner una piedra en el nuevo estadio y dando lecciones de moral. No se devolvió un euro en 5 años, porque el mismo Llorente y Társilo Piles se dieron cuenta que el club no podía dotar a la Fundación de fondos para pagar el crédito.

Ese crédito inicial de 72 se terminó convirtiendo en más de 90, Bankia no era Banciaxa y no se podía hacer lo que nos daba la gana. Y hubo que pagar, porque el banco, lógicamente, no dejaba al club ir a ley concursal, ya que con las quitas perdía más de 200 millones de euros. Llegó Salvo y, aunque no estuve de acuerdo con muchas cosas, le dio al Valencia una solución real. Se llamaba Peter Lim, y desde ese momento, lo único realmente nuestro fue el sentimiento. Que nadie me dé lecciones de determinadas cosas, que uno ya tiene el culo muy pelado.