El comienzo de una nueva era para el Valencia

Sevilla 2019 es un punto de inflexión, de eso ya nadie tiene ninguna duda, y si no hay errores ni mala suerte, lo que viene promete ser muy grande

Toni Hernández | 02 JUN. 2019 | 07:00
El Valencia en la Generalitat

Sevilla 2019 es un punto de inflexión en la historia del Valencia, lo mismo que significó esa misma ciudad hace 20 años. 2 décadas en las que el club tocó el cielo, la gloria, fue el mejor del mundo y vivió el mejor momento deportivo de su siglo de existencia. Aquella visoria en La Cartuja lo cambió todo, porque marcó a una generación entera, y lo que ha pasado en el Benito Villamarín es la reedición de esa misma historia. Los mimbres son extraordinarios, las bases sólidas, el proyecto consolidado y con personas que lo ejecutan que son de primer nivel. Sólo podemos os pedir un punto de suerte, esa que siempre hace falta en la vida además del trabajo bien hecho. Todos recordamos el penalti de Carboni en Milán, y sólo con nombrar esta frase se entiende todo a la pefección.

¿Significa esto que el Valencia va a volver a ganar ligas y a jugar finales de la Champions League? No y ojalá. No, porque eso nadie lo sabe ni nadie lo puede garantizar. Y ojalá porque al final es lo que todos queremos y de alguna manera hemos vuelto a paladear con esa Copa del Rey 11 años más tarde. Pero estamos hablando de algo muy importante más allá de ganar títulos que es lo máximo: que el Valencia esté siempre entre los grandes de la Liga y de Europa. Porque si eso pasa, que se vuelva a “tocar pelo” siempre estará más cerca. Es decir, soñemos y apretemos, pero siempre con los pies en el suelo.