Hoy va a ser un gran día para el nuevo periodismo valenciano

El Valencia juega una final, y este viejo periodista y aficionado, se la va a perder y no estará en el lugar en el que se juega por primera vez desde 1995. Aquel año fue la primera vez para muchos de nosotros, y quizá por eso el fútbol nos hizo volver dos veces, regodeándose en una crueldad que luego nos parecía poco. Desde aquel entonces he tenido la enorme suerte ir a todas las finales que hemos jugado, no sólo eso, de cubrirlas como periodistas, de contarlas. Las alegrías de Sevilla en el 99, de Goteborg en 2004 o esa sensación extraña de Madrid en 2008, pero 3 títulos que se tienen grabados en la cabeza. Y París y Milán, donde nadie esperaba vernos, pero donde estuvimos para perder dos veces seguidas. Fueron 13 años, 6 partidos como el de este sábado, sin fallo.

Esta vez me toca quedarme en casa, sufrirlo ante la televisión en soledad, porque así quiero verlo, gritando, dando órdenes como si me oyera alguien, maldiciendo cuando algo no vaya bien, gritando a pulmón abierto un gol. Una sensación que no he vivido jamás a mis casi 45 años, que es totalmente nueva, y que no tengo claro cómo afrontarla. Porque los nervios de un día especial están, eso no falla, el puñetero fútbol me sigue invadiendo el cuerpo y no me lo puedo sacar, pero esto no es fútbol, es el Valencia, es mucho más, porque es algo especial. Los que vais a Sevilla me dais mucha envidia, pero de la cochina de toda la vida, mucha envidia, porque querría estar allí. Aunque ganaremos igual, que es lo importante.