Neville y la plantilla del Valencia pueden ser unos sinvergüenzas, pero son nuestros sinvergüenzas

El partido del Valencia frente al Levante fue el típico anterior a uno grande, pero la dignidad de los aficionados y el club está por encima de todo

Toni Hernández | 13 MAR. 2016 | 20:46

El Valencia perdió el Derbi de la ciudad contra el Levante, quizá como mucha gente esperaba por la desidia que se le supone al equipo de Gary Neville, y que en muchos momentos fue la tónica del encuentro, y todas las burradas que he visto sobre el encuentro en redes y medios, hasta pueden estar justificadas, y quizá el entrenador y la plantilla sean unos sinvergüenzas, pero son nuestros sinvergüenzas, los que deben sacar al Valencia de pobre o hundirlo en la miseria, y eso es tan cierto como que más hubiera valido aprovechar el sol de un magnífico domingo pre fallero para cualquier cosa que ir al fútbol.

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Sin alma, fuera del partido cuando las cosas se ponen mal, y esta vez, sin capacidad de reacción que si ha habido otras veces, pero que se debió quedar en el otro lado del río Turia, porque a Orriols no llegó. El partido quizá sea insignificante en la clasificación para el Valencia, esperemos, pero sus aficionados se merecen respeto. Os pongo un ejemplo. Ayer era día de paellas mi falla. La hora del partido coincidía con el comienzo del fuego. Todos los futboleros le echábamos un ojo, o dos, al partido. Resoplidos, bufidos, algún “quítalo ya que no me quiero cabrear”, y después, cuando Quico Catalán, presidente del Levante y con quien comparto falla, llegaba, felicitaciones sinceras de parte de todos. No, la deportividad si, siempre, pero la dignidad y el orgullo, eso, no tiene precio.

Es una semana delicada esta de Fallas, mucho. El jueves va en juego el año entero y quien sabe si el futuro. Y el fin de semana viene el Celta de Vigo a Mestalla, que es un equipo que te la puede liar, y que como se ponga tontorrón y el Valencia en modo “paso de todo”, podría ser la segunda Cremà en 48 horas, y eso, aunque habría alguno contento, no es bueno para nadie, porque el año hay que terminarlo con calma, sin más sobresaltos que ya ha habido bastantes, y sobre todo, pensar en todo lo que hay que hacer el próximo curso, que es mucho, que va a ser muy caro, que Lim tendrá que pagarlo (lo digo porque como es todo lo que es, que tengamos claro que la fiesta la pagará él), y que en ese momento, buenos o malos, el que esté en le banquillo y los del verde, serán también nuestros, y con el orgullo y la dignidad, ganen o pierdan, tampoco se podrá jugar.