El Valencia Club de Fútbol de Amadeo Salvo

Todo le sale al revés

Toni Hernández | 13 DIC. 2013 | 11:18

Amadeo Salvo lleva poco más de 5 meses siendo presidente del Valencia, y en ese tiempo, lejos de conseguir los objetivos que pregonó en abril y mayo hasta ser el máximo mandatario, tiene al club y al equipo en una situación delicada, comprometida cuanto menos, con una crisis deportivo e institucional aguda, que si bien no se le puede achacar al 100%, si que tiene su parte alícuota de responsabilidad.

El que quiera ver una crítica en este artículo es libre, faltaría, que con los años he aprendido que todos leemos y escuchamos lo que queremos leer y escuchar. Pero mi intención es, simplemente, exponer una situación, unos hechos, unas circunstancias, que quizá con solo exponerlos, ya se valoran por sí solos.

Sin entrar en valoraciones, sólo me gustaría hablar de la “hoja de servicios” de Salvo: eligió un entrenador que todo el mundo quiere echar (que será deficiente, pero no tiene culpa de la plantilla que le han dejado), ha tirado al director deportivo que confeccionó el actual plantel diciendo que no confiaba en él (cuando le dio la responsabilidad de los fichajes), ha visto cómo su mano derecha, Aurelio Martínez, se va a marchar, Bankia públicamente reniega de su proyecto porque “no ha recibido ningún plan sostenible que haga posible la refinanciación”, y la Generalitat, que en boca de Alfonso Rus “fue la que le puso”, tampoco se cree nada y apoya la venta del club. Para 5 meses y 8 días, no está mal.

¿Es Amadeo Salvo culpable, él solo, de todo? Un presidente es el máximo responsable de un club, obviamente, y debe ser “padre” de lo malo, que lo bueno es la obligación. Salvo enamoró a parte de una afición que estaba en coma, en shock, desde hace años. Le dio esperanza verbal, y eso, cuando no se juegan partidos, es oro puro. El problema es cuando pasa el verano, el balón echa a rodar, y los problemas a aflorar.

De los objetivos básicos que él mismo se puso, no ha podido completar ninguno. El famoso “power point” de la presentación empieza a quedar como un documento idílico rumbo de lo utópico. Al menos una buena noticia para la cantera del Valencia, la llamada “Academia”, que tenía un director en su comienzo, junio, y ahora ya no lo tiene, ya que Rufete no está. Gayá, producto de la casa, debutó con el primer equipo. Algo es algo, deben pensar los optimistas.

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Meterse a dirigir el actual Valencia, eso sí, es un oficio de alto riesgo de siniestralidad. Pero por una razón evidente: sin dinero, sólo con palabras, cuando debes más que Alemania cuando acabó la guerra, no llegas ni a la vuelta de la esquina. Salvo ha buscado, o busca inversores, igual que antes lo hicieron otros. Aunque aquí me surge una duda, maliciosa y existencial: cuando se buscan inversores, el que lo hace, ¿pone como condición seguir mandando? Es duda, que no afirmación.

El Valencia, de Salvo o del que venga, tiene un panorama duro, que se debe afrontar con sensatez. Y esa pasa por encontrar un comprador, un inversor, que pondrá sus condiciones, y su gente, altos cargos y mandos intermedios. Los pondrá y querrá mandar, algo que en Valencia nunca ha sentado bien, porque se ha sido más bien del “que los ponga otro, y ya se lo administro yo”.

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