A vueltas con Sergio González

Sigue la polémica por el despido

Rafa Carretero | 04 SEPT. 2011 | 16:23

Se firmó a las 23:55 pese a que las negociaciones para su rescisión habían empezado el día 14 de agosto. Pero la madeja se lió tanto que la solución se demoró hasta minutos antes del cierre del mercado. Fue entonces cuando el Levante decidió echar a Sergio González, que a principios de verano reconoció internamente que no estaba para jugar y que volvió con 4 kilos de más. Juan Ignacio decidió entonces que ya no había marcha atrás, puesto que consideró que era una demostración de falta de profesionalidad.

Habría dado igual superar la fecha límite, ya que se trataba de un despido improcedente, pero Quico Catalán quiso hacerlo así. El centrocampista, ex del Deportivo, no contaba y el presidente no tragó con él.

Tampoco el jugador dio su brazo a torcer. Su padre y agente, inlocalizable todo el día, apareció por Valencia al filo de la medianoche. Ambas partes se tenían ganas y jugaban a ver quién aguantaba más. El único ‘pacto’ que hubo fue una triquiñuela para que club y jugador se ahorrasen una serie de impuestos.

Sergio se despidió de sus compañeros y aunque lo hizo con lágrimas en los ojos no perdió la oportunidad de atacar a diestro y siniestro. Su primera bala fue contra los servicios médicos: “Me diagnosticaron mal la lesión, por eso estuve tanto tiempo fuera”. La segunda, para los que él considera responsables de su marcha: “Manolo Salvador, sobre todo, y el presidente. No me han dejado”. Y la tercera, para Juan Ignacio: “Creo que la decisión no es suya, pero como es nuevo se ha alineado a favor del club”.

El futbolista, además, criticó que el club le dijese que iba a continuar cuando vio que no podría llegar a un acuerdo con él, pese a que el final, salvo el ahorro de unas pequeñas comisiones, le ha acabado pagando la totalidad de su contrato. Un año extra que se ganó con la salvación.

Sergio es ahora un jugador libre, aunque si no se concreta una oferta de Primera o algún destino exótico podría colgar las botas. Uno de los motivos por los que el Levante lo ha rescindido, además de por el malestar hacia su comportamiento, es que considera que físicamente ya ha dado todo lo que podía. Será complicado, mucho, poder ver al catalán en un campo.