Lim es una consecuencia de los males del Valencia, no el problema
Que se cabree quien quiera, que me insulten lo que les apetezca, que la verdad sólo tiene un camino, por muy dura que sea
Este Valencia no me gusta, no lo reconozco, me ha hecho pasar algunos de los peores momentos de vergüenza que recuerdo, y tengo muchos como valencianista. He dicho muchas veces que el tiempo de Meriton aquí se ha terminado, pero que no va a ser un proceso rápido, en absoluto. Y sí parece que muy tortuoso, porque además nosotros vamos a propiciar que sea así. Digo todo esto para dejar clara mi posición antes de comentar muchas cosas que sé que me van a tirar a la cara, pero de las que no pienso cambiar una coma.
Peter Lim es la culminación de muchos años de gestión desastrosa en el Valencia, de gastar más de lo que se ingresaba, de vivir por encima de nuestras posibilidades, de no saber administrar años de gloria deportiva, los más grandes de la historia. Un inversor que lo comprara o un concurso de acreedores, no había otra, y entre susto o muerte no sé qué terminamos de elegir, aunque bien es cierto que Bankia y los políticos tampoco dejaron opción a nada.
Pero no, no voy a hablar más del pasado que nos ha llevado hasta aquí, aunque sí recordaré a los miles de valencianistas que vendieron acciones por 600 ó 700 euros y que fue con quienes empezó todo, por más que ahora preguntes y nadie reconozca que lo hizo. Sólo conozco a un valencianista que lo dice, y explica la razón, Ximo Ríos Capapé, cuya voz en la oposición es una de esas cosas que se echan en falta en los tiempos que corren.
Lim no es el problema, repito. Y estamos equivocando el enemigo. Nos cebamos con peones, diciendo de todo a la gente de aquí, llegando al insulto en algunas ocasiones en los medios, y quizá es por mera frustración. No estamos entendiendo que nuestra posición es de debilidad total, que simplemente somos espectadores de una partida de ajedrez que se juega en una dimensión a la que no llegamos por más que nos cabreemos y queramos “quemarlo todo”.
“Tiene que saltar todo por los aires”, “hay que liarla muy gorda”, “los vamos a echar”, y otras proclamas similares están a la orden del día. Son deseos muy por encima de realidades. La estrategia no puede ser pelear contra Lim cuerpo a cuerpo, porque estamos muertos antes de saltar del barco. La única salida es que se vaya, vendiendo, y para eso sabemos muy bien el camino: firmar el convenio, acabar el campo y vender las parcelas del actual Mestalla zanjando hipotecas, y por tanto, deuda.
Eso no es hacer ningún favor a Lim, sino a nosotros mismos, que es algo que no terminamos de ver porque el odio nos ciega, y no digo que no haya motivos para ello, pero con eso no arreglamos el problema. En 3 años llevamos manifestaciones, campo vacío, pitadas, ruido brutal en redes sociales, eco en la prensa de medio mundo… y no ha cambiado absolutamente nada. Podemos cabrearnos mucho, podemos insultar al que nos lo recuerda, empezando por mí mismo, pero eso no hará que las cosas sean distintas. Porque esto depende única y exclusivamente de dinero, de nada más.
Que el club explicara el mercado de fichajes, y sobre todo el objetivo, mediante un vídeo sin preguntas de la prensa se califica solo. No conozco a nadie al que le haya gustado el fondo y la forma, pero es que eso, ahora mismo, es algo irrelevante. No se ha dicho nada que no supiéramos, ni tampoco se ha dado ninguna noticia inesperada. Y tampoco hablo del club, sino de nosotros, del entorno del Valencia, de aficionados y medios, y también de instituciones.
Esta batalla no se gana con las armas que estamos usando, a estas alturas deberíamos tenerlo mucho más que claro. La presión debería ser a los políticos para que el nuevo campo se pusiera en marcha de manera automática, inmediata, y que el actual sea vendido. Si no vemos que esa es la fórmula, que esa es la única manera, y que eso no es bien para Lim sino para el Valencia, seguiremos encabronados hasta la médula y Meriton seguirá en el mismo sitio que ahora. Me pueden insultar, adelante, pero después de eso, pensemos un poco.