Cádiz y los malos recuerdos del Valencia

Un 'pacto' de los andaluces descendió al Valencia

Jose Hernández | 12 DIC. 2011 | 13:10

6 de Abril de 1986. El Valencia termina de vencer al Hércules de Alicante en una tarde que invita al optimismo. El equipo parece que toma oxígeno y su situación puede dejar de ser crítica si se consigue consumar el milagro. La jornada concluye con la siguiente clasificación en la tabla de primera división, cuando restan dos partidos por jugarse:

13- Las Palmas: 26 puntos
14-Osasuna: 25 puntos
15-Cádiz: 25 puntos
16-Valencia: 23 puntos
17-Hércules: 21 puntos
18- Celta: 12 puntos

El agua ya sobrepasa a alicantinos y vigueses, pero el club valenciano intenta nadar en dirección a la orilla buscando una bocanada de esperanza. Casi hundidos, pero no muertos.

El Nou Camp se encargará de devolver a la realidad al valencianismo; una afición maltratada por la ineficacia de sus dirigentes, que debe digerir el trago más duro de su existencia. Nadie pensaba que el descenso podría consumarse. Los equipos grandes no bajan a segunda, pensaban algunos... y mucho menos los supercampeones europeos.

Como una pesadilla de insospechado final, el Valencia había pasado de tener a varios de los mejores jugadores europeos y vencer a poderosos conjuntos ingleses, a luchar en las catacumbas cinco años más tarde dependiendo de equipos pequeños, más acostumbrados a jugar con este tipo de visicitudes. Jugar o... "negociar", porque si algo no se olvida en Valencia de aquel descenso, son sin duda las malas artes con las que el equipo del Carranza y su vecino verdiblanco, Betis, pactaron el empate que condenaba al club Ché a redimir sus pecados en segunda.

Tras sucumbir ante el Fútbol Club Barcelona en la penúltima jornada, las cuentas eran muy sencillas. El Cádiz debería perder sus dos partidos; ante el Betis y frente al Valencia en Mestalla en su última visita. De esa forma, el equipo de la capital del Túria estaría salvado de la quema. Pero gaditanos y sevillanos no estaban muy dispuestos a plantear un escenario de esperanza para la familia valencianista.
Según apuntan varias fuentes, diez millones de pesetas tuvieron la culpa de la pasividad de los Poli Rincón o Faruk Hadzibegic. El empate a cero final condenó a los valencianos a purgar en segunda división sus imperdonables excesos de primera.

No se puede culpar al Cádiz de 1986 del desastre del club valencianista, que sembró a conciencia el desastre e incluso gozó de un severo aviso años antes con aquel épico gol de Tendillo que salvó al equipo ante el Real Madrid.

El descenso suele avisar a los equipos grandes para asestar su mortífera puñalada con los años. Pero el fútbol no debe olvidar aquel momento bochornoso en el que dos equipos aventajados en el arte de la artimaña, jugaron con el sentimiento y las esperanzas de miles de aficionados. Como dijo el que sería amo y señor de aquel verano de 1986, Diego Armando Maradona, "La pelota no se mancha". Cádiz y Betis rompieron esa máxima en aquella tarde de Abril.

Precedentes

La Copa del Rey se asoma en el horizonte. Precisamente fue en esta competición donde gaditanos y valencianos se midieron por primera vez. Fue en 1967, sin traumas, maletines ni especulaciones. El Valencia goleó por seis goles a cero a un equipo que veinte años después (caprichosas paradojas del fútbol) le amargaría la vida.

Olvidado ya el trauma ochentero, los noventa dieron paso a los últimos Cádiz-Valencia del siglo XX. Enfrentamientos que rozarían lo anecdótico si no fuera por un par de detalles.

En 1991, el Valencia es noqueado por dos goles a cero, gracias a la actuación de dos de los futbolistas más representativos de la ciudad de las chirigotas. Con permiso de Mágico González, Quevedo y Kiko fueron los más insignes representantes de la talentosa escuela andaluza que pasaron por Cádiz. Como a Mágico, a los dos les gustaba vivir de noche y descansar de día, pero esa tarde se encargaron de sellar con dos goles el expediente de Guss Hiddink.

El otro momento para el recuerdo tuvo lugar el 13 de Junio de 1993. Los que se acuerden de Leonardo no olvidarán aquella fecha. El brasileño pasó con más pena que gloria por el equipo valencianista. Algo que sorprende, teniendo en cuenta la espectacular trayectoria que acompañaría al carioca en el resto de su carrera.

Aquel día en Cádiz, marcó uno de esos goles que parecen reservados a cracks mundiales de la altura de Maradona, Ronaldo o Messi. Una galopada imparable que supuso el 0-2 y grabó para siempre su presencia en la liga española. El otro hecho curioso de aquella tarde, fue el debut a cuatro minutos del final de Gaizka Mendieta.

La Copa del Rey firmará un nuevo capítulo en el historial de enfrentamientos de los dos equipos.