La Liga más dura para el Valencia de la historia

Jamás he tenido miedo por el Valencia antes de empezar una Liga. Nunca en casi 50 años que tengo, y puedo decir que he visto casi de todo en cerca de 3 décadas de profesión. Lo que tengo ahora en la cabeza no lo había experimentado, y por lo tanto, las sensaciones que tengo son extrañas, desconocidas, y que generan miedo a eso que no has visto en la vida. 

El sábado pasado estuve en Mestalla, como tantas veces en la presentación del equipo. Me noté nervioso, incómodo, alterado, y era un partido de verano. Celebré un gol intrascendente con rabia, y aún me levanté del asiento buscando el 2-2 como si eso nos fuera a liberar de todo lo que llevamos encima. 

El camino hasta casa fue triste, iba callado, mi mujer me cogió de la mano porque me conoce a la perfección, y no hablamos de nada, porque no hacía falta. Esto me sigue afectando como cuando era un chiquillo, y eso mucho me temo que no va a cambiar hasta el día que me muera. Tengo miedo, esa es la verdad, el mismo que todos los que sentimos al Valencia, pero que yo pienso enfocar de un modo muy personal. 

El pánico no lo voy a enfocar en terror, en bloqueo, en cargar contra todo y contra todos, sabiendo que no vale de nada. Yo pienso dejarme el alma apoyando a mi equipo, a los que se pongan mi camiseta pensando que sean honrados y la suden como lo haríamos cualquiera de nosotros. Eso no me va a quitar el miedo, pero al menos me dejará la sensación de hacer algo, de no quedarme con los brazos cruzados, de ayudar a las cosa más importante de mi vida, dentro de las cosas menos importantes, no lo olvidemos tampoco.