Sandra Gómez no quiere hacer el Nuevo Mestalla

Cuando pones algo encima de la mesa que sabes que no se puede aceptar, y es para solucionar un problema, es que no quieres ponerle remedio

Toni Hernández | 22 DIC. 2022 | 00:01
Sandra Gómez

La vice alcaldesa de Valencia no quiere terminar el Nuevo Mestalla. Digo lo que pienso, en la misma medida que Meriton ha demostrado, desde 2014, que no tenía ninguna intención de acabarlo tampoco, al menos si eso suponía tener que invertir dinero suyo. Sin durante todo ese periodo de tiempo se ha criticado, de forma justa, a la propiedad por su actitud marciana, ahora mismo toca hacer lo mismo con la responsable del consistorio municipal, que en una actitud que no termino de entender, se está enrocando en posiciones que sabe que no llevan a ninguna parte.

Primero mintió cuando dijo que el convenio estaba mandado, que no era cierto, y llegó a decir incluso que había calmada sus declaraciones para rebajar la tensión (lleva viviendo de esto más de años, con un foco mediático que quiere seguir aprovechando), y cuando una semana más tarde manda el famoso convenio, completo, lo hace con condiciones que sabe que no se van a aceptar, reconociendo que el club mantiene sus privilegios de la ATE (¿para qué se anula anticipadamente entonces?) y que tiene hasta el 11 de enero para contestar.

Ya no entro en lo de la pista de atletismo, que es un sinsentido desde 2006, que algunos de los que mandan ahora iban a al colegio cuando eso se aprobó, sino en que no podemos criticar un proyecto megalítico de hace más de 3 lustros, y ahora exigir que sea exactamente el mismo. Cuando uno quiere hacer las cosas, da pasos en esa dirección. Cuando sólo quiere aparentarlo, parece que lo haga, pero la realidad es que no. Peter Lim ha pasado del Nuevo Mestalla durante muchos años.

Pero ahora mismo los políticos, y la más beligerante ha sido Sandra Gómez, no quieren tampoco dar el paso, y sólo ellos sabrán la razón. Aunque no tiene pinta de ser nada bueno, eso ya hace tiempo que lo sabemos todos. Mientas, el que paga, como siempre, es el Valencia Club de Fútbol, convertido en una excusa más que en un fin en sí mismo. Qué pena, de verdad.